La noche del demonio: Capítulo 2

No recomiendo perder el tiempo en ver esta película, a no ser que tengas 15 años y acabes de conocer a alguien con quien te apetece estar a oscuras y no dispongas de coche, habitación o rincón confortable.
Si además buscas intimidad en la sala, este film es una apuesta segura, no creo que vayas a encontrar otra más vacía.

La película presenta un argumento excesivamente lineal y llano. Aunque en mi opinión no aporta nada de valor a la anterior tampoco puede decirse que la pifia como tan acostumbrados estamos a ver en todas aquellas segundas partes de películas con éxito. El director abusa de personajes e imágenes rápidas, del susto en general, pero deja de lado el terror intenso, el duradero, el que va creciendo dentro del espectador. Patrick Wilson (Josh) sigue fenomenal, incluso llegué a echar de menos más minutos suyos.

Metiéndonos en la trama, la supresión del tiempo una vez los protagonistas entran en el más allá aporta al film una buena dosis de originalidad. La película mantiene un ritmo constante aun cuando la sucesión de los hechos no sigue un patrón: podemos tener tres escenas seguidas de calma, dos de sucesos, luego otra de calma y así “aleatoriamente”, de forma que el espectador no espera la próxima. Poco a poco la película le va recordando a uno a El Resplandor, pero con dos caminos desarrollándose en paralelo.

Ahora llega el momento de descifrar el mensaje de la película y de la conclusión a la que llega un servidor: el peligro de la transexualidad/travestismo, la importancia de las artes marciales y la necesidad de un mayor control policial sobre los instrumentos de cocina.

Empecemos con el principal tema y las conclusiones sobre él a las que he logrado llegar, que son tres:

1. El alma de los transexuales vaga en pena, no conoce del tiempo ni de la piedad. Esto puede deberse a, o bien a la existencia de un cielo regentado por Dios, que no admite trilirís, o bien a que intentan remediar su fallida existencia tomando el cuerpo del sexo al que querían pertenecer, mejor aún si dicho cuerpo goza de una buena choza, chota, familia y curro.

2. Cuando un transexual se casa lo hace de negro. Además, les gusta maquillarse al estilo geisha, estilo que dominan a la perfección.

3. A la hora de educar a un hijo debemos evitar a toda costa que decore su habitación con caballos de madera y casas de muñecas. Pero no debemos ser excesivamente estrictos, de forma que si al chico le apetece ir a clase con una peluca rubia con trenzas hay que animarle. Lo más importante: el nombre debe ponerlo siempre el padre. Marilyn no es buen nombre para nadie.

Desgranado este asunto y para acabar, debo decir que aprendí profundamente la importancia de tener una buena base de artes marciales para el día en que decidamos dar un paseo por suelos con niebla, ya que no estará exento de encuentros con tipos peligrosos y en forma que podrían meterlo en dificultades. La base en artes marciales puede sustituirse por una vieja con farolillo que nos venga a defender acercándole el farolillo a la cara del agresor, lo que hará que ruede por el suelo o salte por la ventana más cercana. También, y de forma secundaria, el director señala la necesidad de regular o controlar policialmente el uso de instrumentos de cocina como cacerolas o teteras por el peligro que representan.


Esa es la película y ésta es mi crítica. Ha escrito: Abraham Lapuerta.