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Pacto de sangre

Cine negro. Intriga. Thriller En la ciudad de Los Angeles un agente de una compañía de seguros (Fred MacMurray) y una cliente (Bárbara Stanwyck) traman asesinar al marido de esta última para así cobrar un cuantioso y falso seguro de accidentes. Todo se complica cuando entra en acción Barton Keyes (Edward G. Robinson), investigador de la empresa de seguros. (FILMAFFINITY)
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Críticas 182
Críticas ordenadas por utilidad
2 de marzo de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuenta la historia del cine que el muy acertadamente bautizado " cine negro " por el crítico de cine Nino Frank lo inaguro Huston con la estupenda " El halcón maltés " en 1941 y cerro su etapa clásica 17 años después con la no menos buena " Sed de mal ".
Entre media se entregaron grandes obras maestras del género entre la que destaca por encima de la inmensa mayoria " Perdición ".

Wilder ya había dado muestras de su talento pero fué con este film con el que dio dos pasos mas allá para situarse en el olimpo cinematográfico rodando una obra casi perfecta, inmensa que tan solo se ve empañada por la facilidad con la que Bárbara Stanwyck engatusa a McMurray para cometer el crimen (a su favor debio decir que no se como serian las relaciones hace 70 años ), pero que a partir del minuto 20 te atrapa en un espiral de sudor y suspense que se ve rematado con un final fabuloso que hace de esta una obra casi incontestable.
jjap84
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1 de junio de 2014
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay obras destinadas a representar los géneros del cine. Uno no puede pensar en el Holocausto sin tener automáticamente la primera idea en su cabeza de la Lista de Schindler, no de El Pianista, ni La Vida es Bella, sino la de Spielberg, lo mismo pasa con el cine de Gangsters y El Padrino. Si bien es cierto El Halcon Maltes de John Huston, Perversidad de Fritz Lang, Sed de Mal de Orson Welles o la misma Sunset Boulevard de Billy Wilder (aunque esta más entra como cine dentro del cine), son algunas de las máximas representantes del film noir tan popular en la década de los cuarenta. Pero si hay una sola película que pueda representar el género, por su valor artístico, por la estructura y el esqueleto en el cual se basan todas las cintas del cine negro, por su popularidad, por lo que el paso del tiempo ha hecho con ella, por todos los guiños, elementos, personajes, situaciones que sirvieron de base para muchísimas obras posteriores, por su legado, no tengo dudas que la cima, la cumbre, la cúspide del género es para Double Indemnity de Billy Wilder.

Hablar de Perdición, es literalmente perderse (valga la redundancia) en una odisea tan bien estructurada, tan bien contada, tan bien planeada y ejecutada que ni te das cuenta que estas frente a una película, es toda una experiencia, nunca te percatas de los movimientos de cámara, ni de los planos, ni del guion, ni de las actuaciones, ni la fotografía, absolutamente nada, no puedes pensar en nada, es un laberinto argumental sin límites, que lleva a espectador hasta el éxtasis de la desesperación.

Double Indemnity es una de las obras más perfectas que jamás se hayan realizado (incluso su famoso raccord de la puerta, es un error que forma parte de su perfección), muchas películas tiene valor subjetivo por su capacidad emocional, aun cuando uno pueda cegarse ante la notoriedad de sus pequeñísimos fallos en ciertos apartados, todo eso queda olvidado en favor a la experiencia emotiva que pueda ofrecer una cinta. Para definir “Perdición” hay que analizarlo con tiempo, y es luego de darle vueltas a la película uno se da cuenta que es absolutamente perfecta, que cada pieza de la trama forma un engranaje impecable, que no deja nada al azar, que cada línea es extremadamente importante para el desarrollo del metraje, que la inteligencia y la sutileza con que está descrito cada detalle no puede funcionar mejor de lo que está; es como si todo el universo se hubiera acoplado de la mejor forma en esos 102 minutos con una probabilidad tan grande como los años luz del infinito.

Perdición es una cátedra de cine, es un ir y venir de suspenso, tensión, desesperación, sorpresa, potencia; también es un ejemplo de lo que significa un verdadero guion que sorprende aun si la vez una docena de veces, que cada vez se descubre algo nuevo. Diré que es la tercera vez que me siendo a disfrutar de esta obra, la primera ocasión la cogí ya empezada en tv, casi el final, evidentemente fue una mala decisión, porque ya sabría cómo acabaría cuando la quisiera ver completa, la segunda vez que la vi, a pesar de que ya tenía conocimiento de sus 30 minutos finales, no dejó de sorprenderme; y la he revisado una tercera vez y el resultado ha sido mucho mejor. Conclusión; Double Indemnity es una obra para la eternidad, porque se hace más grande con el paso del tiempo y con los nuevos visionados, gana en lugar de perder, y realmente pocas cintas pueden presumir de ello.

Walter Neff es un hombre solitario, reservado, entregado a su trabajo en una compañía de seguros, maneja con precisión todos los rincones de tener una póliza contra accidentes, pero tiene un deseo oculto en su interior, que lo lleva por un sendero sin retorno adornado por la avaricia y la pasión; todo esto se activa por la presencia de Phyllis Dietrichson. Perdición es una cinta que representa muchas cosas, a mi modo de ver es la cima del cine negro, pero quizá esto no se compara con la siguiente afirmación, puede no ser el top del film noir; lo que sí es innegable es que Phyllis Dietrichson es la máxima autoridad, representante absoluta, la cúspide inalterable y la razón por la cual existe ese término llamado “female fatal”, aquella mujer seductora, intensamente atractiva, sugestiva, manipuladora, egoísta, ambiciosa, calculadora, que se lleva todo el film a sus espaldas, y no podía ser otra que con la leyenda y diosa del séptimo arte Barbara Stanwyck. Phyllis y Walter formarán una sociedad mortal para cometer un asesinato y cobrar la “doble indemnización” que es el título original de la película, el cual se refiere a accidentes improbables con lo cual la compañía de seguro se compromete a pagar el doble.

A la par de una de las mejores parejas protagonistas que ha parido la madre cine, está un secundario de lujo, de esos que son indispensables y que aportan un grado de carisma y sobriedad exclusivo y característico, me refiero a Barton Keyes, un tipo de una inteligencia abrumadora y de un sexto sentido inalterable, un hombre que no descansará hasta encontrar la verdad detrás de la mínima incongruencia o detalle de un accidente.

"Continúo en spoiler por falta de espacio, pero no hay spoiler"
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
NOSTROM
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10 de febrero de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Perdición" (Double Indemnity, 1944) es probablemente el título más emblemático del cine negro, y la firma de Billy Wilder se completa con la de Raymond Chandler al adaptar la novela de James M. Cain. Por si esos nombres no fueran suficiente garantía para armar una gran película, Miklós Rozsa pone una banda sonora que genera suspense y nos traslada a un ambiente turbio, y el trío protagonista que forman Fred MacMurray, Barbara Stanwyck y Edward G. Robinson se encarga de urdir la trama de un crimen perfecto que, como dice el protagonista, huele a madreselva. Canónica en cuanto a los códigos del género, precisa en unos diálogos afinados e ingeniosos en su ironía y causticidad, inquisitiva al levantar una implacable radiografía de la condición humana, "Perdición" se nos presenta como la noche oscura de un agente de seguros, Walter Neff, que se dejó arrastrar por una mujer ambiciosa y sin escrúpulos, Phyllis Dietrichson, hasta confesar su culpa al tiempo que se desangraba en su despacho.

Comienza la película con la inquietante imagen de un hombre con muletas que camina de espaldas en la noche. No sabemos quién es y ahí está el quid de la cuestión, pues la película va de identidades suplantadas y de misterios por resolver. Como es habitual en el cine negro, la oscuridad de la noche reina en Los Ángeles porque se nos va a mostrar la negrura del alma humana, y el flash back sirve para regresar a un pasado fatalista en el que se sembró una semilla de maldad. Conocemos cómo terminará la historia porque vemos a Neff declarar agónicamente su historia de perdición, y entendemos el tirón irremediable que le provoca la aparición de una Phyllis sensual y provocativa. Se diría que la suerte está echada y que la maquinaria se ha puesto en marcha, que ese rutinario hombre de seguros ha sido atrapado en la tela de araña de una mujer manipuladora que utiliza a quien se le pone por delante. La trama se va enredando porque los intereses sentimentales y crematísticos juegan sus bazas, y lo que satisface al juez o a la policía no es suficiente para un experto de siniestros de Seguros como Keyes, porque la avaricia de una pérfida mujer no se conforma con una víctima sino que quiere dos, tres... o las que hagan falta hasta alcanzar su objetivo, porque hasta el más sagaz y experimentado de los hombres puede claudicar ante la fuerza de la pasión.

El espectador desconfía de esa mujer frívola y cizañera, y se pregunta si alguna vez quiso a alguien... aparte de a sí misma. Es una mujer fatal, desencadenante de una acción ignominiosa en la que el dinero y la pasión se alían en un juego macabro. Y el mejor ejecutor de ese plan será aquel que ha dedicado toda su vida a desenmascarar al ladrón, aquel que puede elaborar un plan desde el punto de vista del criminal y también de la víctima. De ahí que se organicen las circunstancias para la doble indemnización -accidente en un tren, lugar extraño-, de nuevo con la ambición como lastre de un crimen que no será tan perfecto. Y no lo será porque el ejecutor se ha olvidado de lo imprevisible y aleatorio que se encierra en la naturaleza humana y en su actuación. Por mucha precisión en la planificación, nunca se pueden atar todos los cabos (recordamos la mítica "Atraco perfecto" de Kubrick) y siempre quedará el recuerdo de una niña viendo a la enfermera desatender a su madre moribunda, o el de la joven que observa a la asesina probarse el velo negro... llevada por la vanidad. Porque hay conductas que no se pueden prever, y flecos que quedarán sin cubrir por muy experto que sea en planificador.

Sin duda, quien haya visto la película recordará el enanito del estómago que a Edward G. Robinson -magnífico, como siempre- le hace presentir el fraude, o el modo de encender las cerillas con la uña que tiene Fred MacMurray, o la actitud seductora con que se presenta y desenvuelve Barbara Stanwyck, o ese asesinato dejado en fuera de campo -solo vemos el rostro de Phyllis- en una escena genial, o el suspense generado cuando el coche no arranca o cuando una puerta abierta salva a Phyllis de ser descubierta. Sin embargo, lo que marca esta obra maestra de Billy Wilder es el ambiente amoral de una ciudad de los años treinta que se trasmite, donde quien más quien menos trata de engañar para beneficiarse de una póliza de seguros, o no duda en bajarse en el cementerio con el compañero de viaje del tranvía -alusión al engaño y traición reinantes-, o en utilizar a las personas para encumbrarse u organizar la propia vida en torno a sí mismos. Mientras que Neff como Keyes son dos solteros incapaces del compromiso aunque conservan un sentido de la amistad, Phyllis ocupa el lugar oscuro de la mentira, del engaño y de la traición. Parece que esta arpía también manejaba al pobre Zachetti, franco y directo, y que solo quedaba desarmada ante la sencillez y sinceridad de Lola, la hija del primer matrimonio del Sr. Dietrichson.

Son personajes que se mueven con dificultad entre la virtud y el vicio, tratando de salir airosos de un precipicio en la que un hombre honrado se agarró a un hierro candente -una mujer perdida en la frivolidad y la avaricia- y se quemó sin remedio hasta la perdición. Lección moral sobre lo que el hombre/mujer puede llegar a hacer o espejo social de un tiempo en que Estados Unidos ponía sus cimientos como civilización -tras los comienzos de la frontera que el western recogía- y donde los principios y sus fallas son escrutados en el interior del individuo y no es el exterior de una tierra de prosperidad. Con todo, "Perdición" pasa por ser una de las cumbres del cine negro y de los ejemplos que nos advierten del mal paso que todos podemos dar si nos dejamos llevar por el dinero y la pasión... porque, a veces, el crimen llega con olor a madreselva.
La mirada de Ulises
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4 de mayo de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un agente de seguros y una mujer, de la que queda fulminantemente enamorado en cuanto la conoce, planean juntos la muerte del marido de ella; pero en una gran película de cine negro, como es ésta, nada es tan sencillo ni lo que parece.

Película basada en una novela corta, de James M. Cain, a su vez inspirada en un crimen real ocurrido en Nueva York en 1927, autor de 'El cartero siempre llama dos veces', en la que, como en la mayoría de sus obras, una mujer fatal hace caer en desgracia a un hombre, Billy Wilder y Raymond Chandler, este último, ya por entonces, autor de 'El sueño eterno' escribieron el guion, el autor de la novela no aceptó trabajar como guionista, algo que tampoco hizo Charles Brackett, colaborador habitual de Wilder en sus guiones. Fue la cuarta película, tanto como director y guionista, de Billy Wilder.

'Double Indemnity', en su título original, cuya acción se sitúa en 1938, es una obra casi perfecta en su conjunto, tanto en su dirección, guion, fotografía, así como la acertada música, de Mklós Rózsa, que acentúa convenientemente la acción en el momento adecuado. El actor elegido para el papel protagonista, el del agente de seguros Walter Neff, fue George Raft, quien se negó a interpretar a un asesino; finalmente aceptó Fred Mac Murray, actor de musicales de la Paramount. A destacar, como es habitual al hablar de este actor, la genial interpretación de Edward G. Robinson. Barbara Stanwick queda convincente como mujer fatal.

El film comienza con un momento muy álgido, luego se desarrolla en flashback hasta la secuencia final, y no desciende su interés en ningún instante, pues cada secuencia da un motivo para mantener alerta la atención del espectador.

Sin duda estamos ante una perfecta muestra del mejor cine negro norteamericano.
Juan Ignacio
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24 de agosto de 2015
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Historia sobre el intento de fraude a una compañía de seguros, de una confesión y de unos asesinatos. Cine negro de calidad, del de antes, del de toda la vida.

Como anécdota,, lo bien que encienden los fósforos con una uña y la cantidad de fósforos que se encienden a lo largo de la película.

Dirigida por el mago Billy Wilder, con la guapa Barbara Stanwyck acompañada por Fred MacMurray y el gran Edward G. Robinson en los papeles estelares. Sin duda, una obra de arte del cine negro. Matrícula de honor, 10
andeltor
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