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Ginger y Fred

Comedia Una pareja de bailarines que habían saltado a la fama gracias a su perfecta imitación de Ginger Rogers y Fred Astaire se reúnen años después en Roma para aparecer en un programa de televisión. El regreso de la pareja resultará bastante traumático para los dos. (FILMAFFINITY)
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
15 de diciembre de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
394/03(03/12/20) Enternecedora dramedia dirigida por el gran Federico Fellini en su penúltima obra, un canto a la amistad, al arte puro despojado de la parafernalia televisiva casposa, una oda a la vida. Teniendo como sólido pilar a los majestuosos intérpretes fetiches del cineasta de Rimini, Marcello Mastroianni (“La Dolce Vita”, “Fellini 8 y medio” o “La ciudad de las mujeres”) y la esposa del realizador, Giulietta Masina (“La Strada”, “Noches de Cabiria” o “Giulietta de los espíritus”), que llevaba 16 años retirada, que trabajan por primera y única vez juntos, destilando una formidable química, él con ese halo de macho alfa y ella con una dulzura estremecedora en cada mirada. El título es una referencia a la pareja de baile estadounidense Fred Astaire y Ginger Rogers, los dos protagonistas retratan a imitadores italianos de Astaire y Rogers que se reúnen después de treinta años de retiro para una participar en un bizarro programa televisivo, inspirado claramente en los que hizo popular el magnate mediático Silvio Berlusconi. El guión de Tonino Guerra (“Amarcord”), y Tullio Pinelli (“La Dolce Vita”), adaptando una historia de Fellini y Guerra, nos regala un nostálgico metraje donde se contrastan el pasado elegante cual crepúsculo de la vida en el presente vs un mundo decadente en su parafernalia aparatosa freak, representado en un cajón desastre que es el programa navideño donde caben todo tipo de seres disfuncionales, cual circo (algo muy del agrado felliniano) para dar carnaza a los espectadores, en lo que es una ácida crítica a los derroteros que alimentan las televisiones privadas. Ello bañado con un halo de melancolía incisivo, sin caer en lo almibarado o sensiblero, sabiendo atraparnos en este microuniverso, siempre con esa visión de Fellini pesimista, sacando humor del patetismo de las personas, un enfoque desencantado del futuro con una sociedad presa del consumismo y de la superficial vulgaridad que nos aguardaba (mírese Telecinco).

Amelia Bonetti (Giulietta Masina) y Pippo Botticella (Marcello Mastroiani) fueron una vez juntos famosos como bailarines, imitando las rutinas de baile de Ginger Rogers y Fred Astaire. Treinta años después de su jubilación, se unen una vez más para un programa de variedades televisivo en vivo, “Ed ecco a voi (Con todos ustedes)”.

Amelia es una mujer mayor, una abuelita viuda retirada del mundo de la farándula por 3 décadas, que acude a la llamada de este hortera programa por recordar viejos laureles, porque sus nietos vean lo que fue de joven, por vivir ese mundillo del backstage de vestirse de lentejuelas, de maquillarse, de transformarse en la mítica bailarina, por tener ese último canto de cisne reflejado en el último baile. Giulietta Masina la encarna con gran naturalidad, con esa mirada límpida que nos traspasa su humanidad, con esa gestualidad tan expresiva, excelente, como habla con su rostro enjuto y sus enromes ojos (ejemplo como esa noche observa perpleja esa ciudad caótica cuasi-surrealista que se despliega ante ella fuera del hotel); Pippo es un tipo muy avejentado, arruinado, alcohólico, que en el pasado ha tenido problemas mentales, un misántropo revolucionario contra todo, que al contrario de ella, él es pragmático y solo actuará solo por dinero. Marcello Mastroiani lo encarna con una fuerza dramática impresionante en cada escena, carismático y atractivo en su vejez, domina la escena cual imán de la cámara, hasta hacernos creer su inverosímil historia del origen del claqué (surgió, según, él como lenguaje encubierto d ellos negros esclavos en el sur USA), sensacional; Y entre los dos fluyen una compenetración arrolladora, sin manierismos, sin azúcar, peor con ello haciéndonoslos más humanos en sus falencias, y manando entre ellos instantes conmovedores y entrañables, aposentado en miradas cruzadas que hablan de un pasado, e irradian desorientación con este presente diabólico en el que no encajan.

Amelia y Pippo representan una parte de la dualidad del relato, la otra ‘pata’ la representa el programa y su intra mundo. Ello tratado por Fellini desde su óptica de la desproporción cuasi híper realista, para un lugar donde los participantes pueden creer van a exhibir sus talentos, cuando en realidad todos pasados por la criba de la televisión del momento, serán unos’ caricaturescos payasos’ a reírse no con ellos, si no de ellos. Todo dirigido por el populista maestro de ceremonias de Fulvio Lombardini, remedo claro de Silvio Berlusconi capaz de vender longaniza (alegoría de sus programas?); Un travestí (Augusto Poderosi) que va por las prisiones teniendo relaciones; Un famoso Almirante sordo (Friedrich von Ledebur), que no se sabe porque tiene esa fama; Imitadores varios, desde Salvatore Billa emulando a Clark Gable, o una mujer que se parece a Brigitte Bardot y otros; Un monje (Jacques Henri Lartigue) que asegura poder levitar; Un original vendedor de bragas comestibles que hace demostraciones in situ; Un político en huelga de hambre por el mundo injusto y el maltrato animal; Una médium que reproduce frases de los muertos; 24 enanos bailarines de flamenco; Un mafioso esposado y escoltado por la poli; Una mujer que ha abandonado a su marido e hijos porque se ha enamorado de un extraterrestre; Populares secuestrados; Una mujer que ha sido objeto ‘macabro’ de un experimento, y es que ha tenido que vivir varios días sin televisión, y el relato de lo sufrido es desgarrador (descacharrante lo que comenta de su experiencia); O hasta una vaca de doce ubres.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
TOM REGAN
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14 de agosto de 2005
10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un veterano Fellini demuestra la enorme calidad para crear personaje. Esta es la actuación de Mastroianni que más me conmueve, al igual que la de Giulieta Masina. Ambos estás brillantes como nunca. Verlos emular a Fred Astaire y a Ginger Rogers es una de las postales más hermosas del universo felliniano.
Juan Ignacio Novak
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10 de enero de 2023
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El planteamiento y la idea están muy bien, lo que al final estropea el conjunto es su excesiva duración, sin en muchas ocasiones nada interesante que añadir a la historia que se cuenta, por otro lado, esa tendencia de Fellini al barroquismo, a los personajes grotescos y a la sátira despiadada, con esa grandilocuencia tan italiana, se acaba haciendo francamente indigesta. Aunque con dos grandes del cine como Giuletta Massina, (estilosa y con una gran interpretación para despedirse del cine, ya que después de esta película, no hizo más) como una señora que después de haberse retirado del mundo del espectáculo, se ha convertido en una pequeña empresaria casada y con nietos, frente a un Mastroianni, derrotado por la vida, sin un duro, abandonado por su mujer y físicamente hecho un asco, son sin dudarlo lo mejor de la función, también esa también esa crítica a la tele basura que ya se empezaba a hacer en Italia en esos tiempos y a esa Roma sucia, caótica, pero inmortal, el número de baile de Masina y Mastroianni es para quitarse el sombrero, valga la redundancia, si se hubiese quitado media hora, la película estaría mucho mejor, la verdad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
zuriman
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25 de febrero de 2022
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de entrar en faena, permítame que hable de Fellini. No hace falta ser un pope para saber que la posición de Fellini en el Olimpo de los cineastas se sitúa entre las primeras posiciones. Aclamado unánimemente por crítica, público y aficionados al séptimo género, Fellini fue un icono en vida y hoy en día es una leyenda.

Mi problema con Fellini es que empecé a conocerlo demasiado joven y, de esta forma, me acerqué de forma apresurada a sus grandes obras: “La dolce vitta”, “Ocho y medio”, “Roma” o “Amarcord”… pero siempre me quedó la sensación de que su cine no era para mí. Por momentos excesivo, surrealista en grado sumo y con un carácter muy propio al que parecía, por aquellos tiempos, que no congeniaba.

Saltemos unos cuantos años hacia adelante (no pregunten cuántos, que me llevo un disgusto). Ya con cierta edad, más sosegado y quizá con una mirada menos urgente y más taimada, me acerco a la filmografía del gran maestro y redescubro desde otra óptica sus clásicos de siempre, además de acercarme con verdadero interés, respeto y admiración al resto de su obra.

Y así llegamos hasta “Ginger y Fred”, a la que podríamos considerar su última gran obra pese a ser una película francamente menor entre la filmografía del autor italiano.

Todo el mundo coincide en que se trata de un cuento de Navidad, donde a través de sus 2 actores fetiche Giulietta Masina, su amada y admirada esposa presente en gran parte de su proyecto artístico y Marcello Mastroianni, el sinvergüenza más carismático y uno de los mejores actores de la historia del cine, refleja una miríada de sus filias más comunes, desde el homenaje para nada velado del cine musical (tan presentes Ginger y Fred), número Cheek to cheek" de Irving Berlin incluido, como una galería de personajes imposibles: imitadores de todo tipo, enanos, el militar con más medallas de la historia, inventores de bragas comestibles…

Sensible, emotiva, divertida, conciliadora, adorable, sarcástica, por momentos surrealista, en definitiva, única.

Es también una crítica no sólo a la televisión que lo devora todo, especialmente a los artistas de vodevil, a los guerreros de la carretera y también, como no, al mundo del cine. Si no a los tiempos cambiantes que fagocitan todo atisbo de cultura pretérita desechándola como si fuera totalmente prescindible o un mero atisbo de luz en el pasado.

Su crítica es ácida, mordaz, desprovista de odio, pero tremendamente certera y he de decir, que viendo como se ha desarrollado el mundo en los años siguientes, creo que el maestro se quedó corto.
Luke_Cage
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17 de junio de 2021
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Película larga, con altibajos, no especialmente recomendable para los impacientes, pero si eres capaz de pasar por alto la primera mitad de la historia, encontrarás una feroz crítica al contenido basura en la televisión. Estamos hablando de 1985, cinco años antes de que aterrizasen en España los canales de televisión privada, y en Italia ya existía este estilo televisivo, según la cinta nos da a entender.
Fuera del estudio de televisión y el hotel, todo es basura, pobreza y dejadez. Una vez dentro, todo es "luz y color", brillantez.
El personaje de Ginger se refiere a todo esto en algún momento de la película como una locura, un circo humano, y no le falta razón...
David
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