House of Cards (Serie de TV)

House of cards es una de esas series que están tan profundamente idealizadas que, la mayoría de sus veces, se valoran más por lo que queremos que sean que no por lo que son en realidad.
La traducción de todo lo que he dicho en el anterior párrafo es que House of cards no es una refinada y profunda sátira sobre la realidad política estadounidense, sino un culebrón situado en el contexto de las altas esferas políticas de la casa blanca.
¿Eso es malo? En absoluto. De hecho, cuando la serie se hace más disfrutable es cuando se centra completamente en la ambición desmesurada del clan Underwood y sus conspiraciones palaciegas. Por eso soy de los que opina que House of Cards debió acabar con su segunda temporada, donde Frank cumple su objetivo. Todo lo que viene a continuación es ya andarse por las ramas.
Además, los personajes están diseñados de una forma que es difícil que sostengan el relato más allá de una o dos temporadas. Todos ellos tienen escasa profundidad, viven por y para sus planes y poco más. Eso hace que el desarrollo de la serie con el paso del tiempo (y no mucho) se vuelva monótono y aburrido. Consciente de esto, la serie hace esfuerzos por intentar humanizar a sus personajes, pero de forma tan estrafalaria que dificilmente uno puede empatizar con ellos, sino más bien lo contrario. Con momentos verdaderamente ridículos que casi la convierten en una comedia involuntaria.
Pero esto es una serie sobre política, ¿no? La verdad es que no. La política es simplemente un contexto en el que se desarrolla la historia, una de poder y ambición (el verdadero fondo de la serie), y que podría ser intercambiable por cualquier otro contexto: Una corte medieval, una empresa de publicidad, la mafia, etc.
La verdad es que no entiendo cómo la crítica generalizada le atribuye unos méritos y virtudes de los cuales carece. Como por ejemplo que sea una cruel y fría reflexión de la política y sociedad americana, cuando no es más que un pastiche de clichés y reflexiones de brocha gorda.
Si queréis ver alguna serie que de verdad profundice sobre la política americana, su funcionamiento y cómo afecta a la sociedad, ved “The Wire”. Pero si queréis algo más europeo o cercano tenemos “Borgen” y “Crematorio”. Además, son mejores series que House of cards, ya que saben lo que quieren contar, no te dicen lo profundo que son sus temas restregántelo por la cara una y otra vez y no tienen ninguna seriedad autoimpuesta para parecer más maduro y reflexivo.
Cerrare diciendo que no es una mala serie, pero muy alejada de la maravilla que nos quieren hacer ver. ¿Cómo puede ser que la puntuación de la web diga que está a la altura de The Wire, Los Soprano o por encima del Knick?
En fin, supongo que el histrionismo que se lleva en la actualidad pesa mucho, y a la mínima que adornas tu relato con una falsa trascendencia y una puesta en escena resultona ya tienes una obra maestra.

Irregular. Ese es el primer calificativo que se me ha ocurrido para iniciar la crítica de esta serie. Kevin Spacey "vuelve" ,en un papel hecho a su medida (para lo bueno y lo malo), encarnando a un congresista que, tras ver como su partido no cumple con lo que le prometieron tras la victoria electoral, mantendrá empero una situación privilegiada en el escenario político para dar rienda suelta a su sed de venganza y poder.
Los aciertos de la serie son numerosos. Muestra acertadamente la nueva situación política estadounidense, la improvisación, la reforma educativa, las huelgas fútiles sindicales, la rabia y confusión de ciertos perfiles políticos conservadores,la urbe desértica o semipoblada, la sutil influencia de las multinacionales en el día a día de la toma de decisiones, la crisis económica en su vertiente globalizadora...Y,claro,el reparto.
Sin embargo, hay cosas que no funcionan. La descripción de la relación entre Spacey y su mujer oscila entre lo brillante y lo forzado. Los affaires no funcionan, muchos personajes sobran y la segunda mitad de la temporada es inferior a la primera.
Pese a todo, totalmente recomendale en este oasis de remakes, superheroes, mediocridad , etc.

(Aclaración previa: esta crítica lo es de la sexta y última temporada.)

Vayamos por partes:

- Robin Wright no es mala actriz, y posiblemente fuera la elección ideal como la compañera de Francis Undergood (Kevin Spacey). Sin embargo, resulta completamente incapaz cuando intenta cargar a sus espaldas con el papel principal. Ella lo intenta pero, simplemente, le queda demasiado, pero DEMASIADO, grande. Wright carece del carisma de Kevin Spacey y eso se nota, y MUCHO. Por no hablar de sus "monológos hacia el público" imitando a Francis Underwood. Su vacuidad tan solo se ve superada por lo penosos y ridículos que son. ¿Es que nadie se dio cuenta de que daban completa y absoluta vergüenza ajena?

- De un argumento cuidado, con tramas bien hilvanadas que --en ocasiones-- te cogían por sorpresa, y ciertos giros cruciales que te dejaban del revés (sobre todo en las dos primeras temporadas), ... hemos pasado a un argumento trivial que, para hacerlo parecer más interesante, se "esconde" bajo una narración revuelta, entrecortada y oscura. Y, aún peor, en aquellos momento en que la trama sorprende lo es por obra y gracia de un "deux ex machina". ¿Es que no prestaron atención estos guionistas a las temporadas anteriores? Un giro sorprendente es bueno cuando, además de inesperado, puede luego explicarse en base a lo ocurrido previamente (o de pistas allí dejadas), y eso es lo que provoca el "oh". Aquí lo único que tenemos son giros forzados y artificiosos que lo único que te sacan es un "argggg". Parece que Spacey no fue lo único que fue echado a patadas de esta última temporada, pues el talento de los guionistas se fue con él.

- Por no hablar de la feminización de toda la temporada y, en especial, de su segunda parte. A estas alturas de la peli (o, en el caso que nos ocupa, de la serie) uno ya no sabe (o puede saber) si la temporada fue así concebida en origen o transformada tras el giro Spacey-out. En ambos casos el resultado es el mismo: cuando ruedas algo como Cazafantasmas (the femen-edition), o esta sexta temporada de HoC, haces un flaco favor a las mujeres. El caso aquí es especialmente sangante, pues pasamos de una fría, calculadora y temible Claire Undergood, a una presidenta con ínfulas tan autocomplaciente como ridícula. (De la parte del femen-gabinete, mejor no hablar.) ¿En qué pensaban los guionistas? Como no fuera en "vamos a pegarle un puñetazo en el estómago a esta serie del que no se va a poder recuperar" no tiene otra explicación.

- En resumen, HoC temporada 6 es auténtica mierda de vaca. Su puntuación por sí misma (y de manera independiente de las cinco temporadas anteriores) apenas llegaría al 3, y esto es algo que resulta penoso teniendo en cuenta los medios [supongo que salvo Kevin Spacey los mismos que en temporadas anteriores] y talento de que disponían a priori. Aún peor, cuando la considero dentro del conjunto de la serie completa, hace bajar la puntuación de la misma de 9 (las dos primeras temporadas fueron de 10, y a partir de ahí flojearon un poco) a un cinco raspado. ¿Por qué? Aquí la media falla. Obviamente, la media falla, porque lo que no puedes hacer es producir una serie espectacular durante 5 temporadas, y luego ponerla un traje de bufón con una mierda en la cabeza para rematarla.

Una serie que ha sido nombrada el caballo de batalla de Netflix, su producción número uno. Puede pasar a ser olvidada por semejante bochorno. Vergüenza da ver como la solución a un presunto problema que tenían con Kevin Spacey es infinitamente peor que cualquier otra opción. La fuera de toda lógica reina en ésta última temporada de lo que fue una gran serie. La industria se deja llevar por corrientes y movimientos y pasan estas cosas.

No hay quien se la crea. Su recreación de los entresijos de Washington no es sutil sinó vulgar e increible. La gente que ostenta poder claro que es voraz e intenta remar a su favor, pero, para hacernos una idea, los presidentes de Estados Unidos no matan CON SUS PROPIAS MANOS y en un lugar público a alguien que les compromete. Pues ese ese es el nivel de complejidad intelectual de este pseudoengendro muy David Fincher: muy bien trabajado en lo visual y con ampulosidad pedante, trazo gordo camuflado de intelectualidad en lo que se refiere a la historia que cuenta.

Todo es exagerado: lo sexual, lo corrupto, lo amigable, lo secreto, lo público. Todo es grave, con un indisimulado y sonrojante tono de querer ser grande, shakesperiano. Pues eres pequeña, House of Cards, y más increíble que el cuento de hadas de 'El ala oeste de la Casa Blanca', que ya es decir. Si lo piensas bien, un horror.

La política no sólo es eso, de hecho ni se acerca. Muy mal retrato. Un fracaso absoluto.