El rey y yo

Película muy entretenida con unos magníficos Yul Brynner (que le va mucho hacer el papel de Rey de Siam) y Deborah Kerr. Los números musicales estan muy bien, a destacar el mítico baile entre el Rey y la institutriz con la famosa canción de "Shall we dance". La relación entre ambos está muy conseguida, marcada por el creciente respeto/atracción que van sientiendo mutuamente.

En 1946 se hizo la película película original con Irene Dunne y Rex Harrison, después en 1956 se hizo un remake musical con Yul Brynner y Deborah Kerr, y en 1999 uno más protagonizado por Jodie Foster que es no musical y es más dramático.

Película muy recomendable a todo aquel que le guste el género, ya que si no te gustan los musicales la verás un tanto cursi y "pasada de moda". Ahora bien, si te gustan los musicales de la época dorada de los años 50, como a mí, esta película te gustará y pasarás un buen rato.

De la mano de dos de los actores más versátiles y carismáticos que ha parido el séptimo arte nos adentramos en el exótico mundo de Siam, donde un egocéntrico rey deberá plantarle cara a una decidida institutriz inglesa.
El eje central del film es la relación entre ambos, perfectamente llevada por ambos actores, por momentos muy cómica (el narcisismo de uno y la coherencia de la otra chocaban en muchas escenas) y por otros muy tierna y romántica.
Es evidente que no sería justo no destacar la parte musical de la cinta, sobre todo el excelente momento "shall we dance" con Deborah y Yul en pleno apogeo.
Si te gustan los musicales, el exotismo, la comedia y el romanticismo (amén de ver buenas interpretaciones), no te la pierdas.

Uno: Mira siempre a los ojos. Una mirada puede arrebatarte, así unos ojos que no dudan pero que sí se oscurecen de pasión son el principio para un buen romance. El contacto visual es esencial entre enamorados o aspirantes a serlo, y eso de mirar profundamente, con gallardía y fortaleza, es algo que Yul Brynner hizo como nadie.

Dos: Habla poco. A buen entendedor pocas palabras bastan, así que no te pierdas en discursos y zalamerías, que las palabras se las lleva el viento y hay momentos en la vida en los que no es necesario abrir la boca para decirle a una mujer que la necesitas desesperadamente y que te mueres por tocarla y sentirla entre tus brazos. Yul Brynner solo necesita de una mano que se mueve hacia la cintura para producirle a Deborah Kerr un orgasmo cinematográfico. Antológico. Este señor es la virilidad multiplicada y hasta los pies los tiene bonitos, lo que jamás creí que diría de persona alguna. Añádase un precioso y rico diseño de vestuario para él y para ella que potencia el atractivo y que fue merecedor del Oscar.

Tres: Baila. Pero, claro, una cosa es bailar y otra muy distinta Bailar, nótese la mayúscula. El cine ha sabido representar a la perfección la metáfora sexual a través de la danza. Hay grandes escenas de tensión erótica entre danzarines del celuloide y en «El rey y yo» parecen llevar esta idea a su máxima expresión. Así que, amigo mío, baila caballerosamente y deja a la chica de tus sueños con ganas de «volver a hacerlo», como diría el Rey Brynner acercándose a una Anna jadeante. Sexo puro. ¿Quién dice que no?

Si te quedan dudas, ponte a ver la película.

Salvo honrosas excepciones – que las hay –, el cine musical no ha gozado, en general, de las preferencias del público, ni tampoco de la crítica, empeñada en ignorar (incluso despreciar) un cine que, por sus características, puede considerarse algo muy parecido al espectáculo total. La comedia musical, en este caso, consigue con la música, la danza, el movimiento y el color, transformar el realismo de lo inmediato en un mundo donde la imaginación y la fantasía imponen su ley.

Si Rex Harrison será recordado por los amantes del cine, esencialmente, por el profesor Higgins del musical “My Fair Lady”, Youl Bryner “El divino calvo”, ha pasado a la posteridad por encarnar al monarca siamés de “El rey y yo”, ganando el Oscar de la Academia por su inolvidable actuación. Cuando fue elegido en 1951 para dar la réplica a la legendaria Gertrude Lawrence en el estreno de la obra en Broadway, todos apreciaron que Bryner le daba al personaje esa fisicidad salvaje y tosca a la vez que transmitía un aire de nobleza primitiva en su mirada, refugiándose en su orgullo para esconder sus debilidades. Por otro lado, fallecida la protagonista teatral, la Fox se decidió para esta gran superproducción por una actriz como Deborah Kerr, que guardaba la elegancia británica y tenía un aire romántico sin perder su elegancia femenina.

El film, es una comedia musical de Richard Rodgers y Oscar Hammerstein, la mejor versión (ha habido varias pero muy inferiores) realizada jamás sobre la biografía de Anna Leonowens, escrita por Margaret Landon con guión del gran Ernest Lehman. La acción del film – que no solo se compone de canciones más o menos afortunadas – se sitúa en 1862, en el lejano reino de Siam, actualmente Thailandia, en un buque procedente de Gran Bretaña llega a Bangkok una atractiva viuda, Anna Leonowens (esplendida Deborah Kerr) con su hijo Louis, un niño de corta edad. La misión de la dama que ha sido contratada por el monarca, es educar y occidentalizar en cierto modo a sus hijos y mujeres que son abundantes según la cultura del país. Aunque de entrada la convivencia entre la institutriz y el Rey (Bryner) no resulta fácil, pronto descubrirá Anna que tras la apariencia de hombre rudo y violento se esconde un ser sensible y dominado por nobles sentimientos, en el fondo no es tan distinto de cualquier hombre normal.

Con esta excelente historia Walter Lang nos traslada a un mundo exótico lleno de color y fantasía como comedia musical legítima, bañado de un sutil sentido del humor. Los números musicales son excelentes con canciones como: “I Whisle a Happy Tune”, “Hello, Young Lovers”, “Getting to Know You” o “Shall We Dance”, son de una gracia y elegancia, poco menos que magnética, que forman parte de la historia del musical. Gozando de una fascinante fotografía del gran Leon Shamroy, filmada en un espectacular cinemascope. La puesta en escena es fastuosa y transmite esa aura de exotismo que tiene oriente y su cultura milenaria. Una comedia musical grandiosa e irrepetible que guardo entre mis favoritas.

En primer lugar, tengo que decir que antes de ver esta versión antigua de la historia, vi la de "Ana y el rey", de Judie Foster y Chow Yun-Fat, y después de ésta, pensé que no podrían haber escogido mejor actor para hacer el papel de "rey de Siam" , que lo bordaba de una manera insuperable. Me equivocaba.
Sin lugar a dudas Yul Brynner no podría estar mejor en esta película, donde, como asegura el título, no puede ser menos protagonista de lo que es. Ciertamente, si no se tratara de Deborah Kerr la actriz que hace de Ana Leonowens, podría asegurarse que toda la película es devorada con mucho estilo por Yul Brynner. Sim embargo, y como he dicho ya, Deborah Kerr no se queda atrás.
Pero lo mejor de esta película, es que no solo sus dos personajes principales están excepcionales, sino que toda la atmósfera que los rodea es maravillosa, además es un musical que para nada se hace pesado; todo lo contrario, son unas dos horas que realmente se te hacen cortas.