Guerras suciasDocumental

Hollywood siempre nomina al Oscar películas de trasfondo bélico que afectan de primera mano al gobierno norteamericano. Por repetido sentimiento de culpabilidad o por insaciable curiosidad por lo que ocurre en Afganistán, Guerras sucias figura entre las nominadas del 2014 con un relato nada complaciente y un mensaje provocador: la mayoría de guerras se orquestran desde la Casa Blanca y las víctimas nunca se convierten en noticia. Jeremy Scahill realiza un ejercicio de periodismo valiente y comprometido: la película desmenuza sus investigaciones, su trabajo como reportero de guerra y su papel como azote público de las altas esferas (no os podéis perder las partes en que Scahill es acallado e insultado en encendidísimas tertulias de la televisión estadounidense). La película no tiene final, pero sí un mensaje muy descorazonador. Obra contundente, tal vez lastrada por cierta estructura propagandística y por el endiosamiento de su intrépido protagonista. ¿O bien todo ello son conclusiones involuntarias para restar potencia a un film que evoca pensamientos del todo insportables? Para amantes de las teorías conspiratorias.

@Xavicinoscar, Cinoscar & Rarities

Por una lado a un documental se le pide que sea atractivo, en este caso es innegable. Que esté bien narrado, lo está. Que tenga ritmo, lo tiene. Si además tiene una buena fotografía mejor. Entonces dónde reside el problema de este documental para que no sea superior. Seguramente en su protagonista.
No creo que haya muchas personas, ni siquiera reporteros, que sean capaces de lo que hace su protagonista, de ir a dónde va y de indagar lo que indaga, pero la empatía hacia mi es nula. Si además le añadimos una serie de imágenes, que aunque de innegable valor, me hacen cuestionar hasta que punto eran necesarias, tenemos un documental que no tengo claro si lo que pretende es denunciar o de ensalzar la figura de sus artífices.

Por otro lado envidio la capacidad que tiene el cine americano, tanto de ficción como documental, y de su sociedad civil, de no cuestionarse la legitimidad de productos como éste. Es innegable la capacidad de Estados Unidos de libertad de expresión y de autocrítica.

Se cuenta mucho y poco a la vez. Es decir, se habla de muchas cosas, pero nada en profundidad. Hay que ser muy naif para creer que no existen operaciones secretas y grupos que luchan al límite o fuera de la "ley", más aún en plena guerra. Hay que recalcar que la guerra es terrible y brutal, sobre todo, porque siempre hay víctimas inocentes (civiles o no). Me da la impresión de que el director pretende tener demasiado protagonismo y convertirse en un justiciero. Una especie de Michael Moore, pero sin tanto éxito. La fotografía es interesante y hay varios planos muy bonitos. Esa estética tan oscura, con esos negros tan profundos, es muy apropiada.

Toda la película, el montaje, la banda sonora, el tono grave de la narración. Todo me recuerda demasiado a un a anuncio de una ONG en el que sale un niño lleno de moscas y la barriga hinchada.
Creo que se podría contar la historia con menos sensacionalismo, panfletismo y un poco más de rigor periodístico.