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Martha Marcy May Marlene

Drama. Thriller Atormentada por ciertos hechos y dominada por una creciente ansiedad, la joven Martha abandona una secta y se va a vivir con su hermana Lucy y con Ted, el marido de ésta. Intenta adaptarse al estilo de vida de la clase media-alta, pero acosada por constantes pesadillas, no le resulta nada fácil. Mientras asume su soledad, la paranoia y los recuerdos comienzan a resquebrajar su existencia. (FILMAFFINITY)
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Críticas 65
Críticas ordenadas por utilidad
4 de mayo de 2012
18 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película tan psicológica y despobladora de la realidad traslada al espectador a un componente onírico e etéreo. Podría ser un thriller o un telefilme dramático de sobremesa basado en hechos reales pero Sean Durkin se ciñe al nombre y apodos de la protagonista (‘Marcy May’ y a veces ‘Marlene’) para desdoblar su personalidad. ¿Qué es la vida? ¿Cómo saber si los sueños son sueños o parte de nuestro pasado? ¿Qué es la muerte? Martha (re)vive una pesadilla de la que ha conseguido huir pero el filme plantea un cruce de Síndrome de Estocolmo y un completo desequilibrio mental. El pasado se incrusta con el presente pero deja reflejos de un futuro que es un espejismo…

El choque de mundos y contrastes entre dos ‘familias’ que se convierten en pasado. La nueva relación y lazos que establece Martha con su hermana Lucy, única vinculación biológica, parte del no reconocimiento de su vida pasada. ¿Miedo? ¿Miedo de negar la realidad? ¿Miedo de no saber si fue real? ¿Miedo de que ese pasado la atrape de nuevo? Sean Durkin no nos va a responder del todo sino que va a tirar piñas en nuestro tejado para que nuestro subconsciente actúe. Ese choque de mundos antagónicos tiene también un subtexto claramente político: tanto capitalismo como comunismo privan de libertad al individuo, siempre hay reglas a seguir.

Pero en vez de curación y salir de un oscuro pozo a la luz los recuerdos son más recurrentes y su silencio la lleva al asilamiento y la locura. Su subconsciente la va convirtiendo en un ser cada vez menos consciente. Atrapada en una pesadilla que lentamente va recordando, que lentamente la va arrastrado hacía un abismo. Y llega el contra-poder de la familia americana y las diferencias, por contraposición, de la libertad, el miedo como controlador moral y existencial y el rechazo si se es incapacidad de adaptarse.

“Martha Marcy May Marlene” es puro suspense psicológico sobre el borrado de identidades y conexiones con la realidad. Un tratado sobre sentimientos y recuerdos que nos deja sin respuestas… si es que alguna vez existieron preguntas.
Maldito Bastardo
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1 de mayo de 2012
18 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que las actuaciones convencen, si; que los escenarios están logrados y la fotografía es preciosa, también. Pero casi dos horas para intentar darnos a conocer lo que perturba a la protagonista mareando la perdiz sin que lleguemos a saberlo está mal Durkin, muy mal.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Némesis
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19 de diciembre de 2011
15 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Drama psicológico de corte independiente que narra como una joven (Olsen) trata de superar unas traumáticas vivencias regresando a los brazos protectores de su hermana mayor (Paulson).

Cuando uno se enfrenta ante un producto así (drama ascético "indie) espera encontrarse algo lento, soporífero, limitado y hueco... afortunadamente no es así. "Martha Marcy May Marlene" no es precisamente la quintaesencia del drama, pero al menos consigue mantener al espectador realmente pegado a la historia de esta joven.

Porque, al igual que otras memorables (y bastante más brillantes que ésta, todo hay que decirlo) piezas cinematográficas como "Donnie Darko", "Memento" o la reciente "Cisne negro"; el drama se canaliza por medio del thriller psicológico lleno de suspense, misterio y sabrosa confusión.

Y es que su forma narrativa cabe destacarse, porque es la que convierte a esta historia puntual (sin un excesivo desarrollo argumental) en algo de atracción. Durkin va enseñando de manera apacible y con sencillez (pero no por ello con menos gusto) momentos sugerentes (crudas escenas que generan la turbación que pretenden, escenas de misterio detectivesco, tensos silencios y situaciones que parecen esconder más emociones de las que aparentan, etc.) que no nos ofrecen todas las respuestas, pero que generan una estilosa intriga adecuadamente interesante y dan pie a muchas conjeturas por parte del espectador. La narración está brillantemente entramada, la historia se dinamiza con saltos en el tiempo y continuos flashbacks entre pasado y presente... y según evoluciona la trama, estos retales van configurando y desvelando el satisfactorio telar de una historia aterradora con empática paranoia, donde el presente sugerido justifica el traumático pasado y el traumático pasado desencadena el desasosegante presente.

El tempo de Durkin, a pesar de que no es frenético, resulta estupendo en todo momento y lo sugerente nunca cae en el tedio. Y cada escena goza de: un tono y un nervio que se adecúa a cada situación de la cinta (ya sea aparente seguridad, ambigüa perturbación o agitada crisis), una fotografía esplendorosa y unas interpretaciones más que dignas (a destacar Elizabeth Olsen, que en su debut como protagonista ofrece una clase magistral, consiguiendo una naturalidad asombrosa, una presencia impregnante, y creando un personaje con todas las letras con el que sientes con hipnosis su desasosegante estado nerviosos y los latidos de su corazón).

El punto negro del metraje es que la premisa del film (parte de un tema muy potente e inherentemente morboso) no es desarrollada con la calidad esperada; y hace que situaciones que, a pesar de estar bien ejecutadas en la escena, no tengan demasiado sentido.

En fin. Sencillo y evolutivo relato sobre una joven traumatizada, narrado e interpretado de manera virtuosa con momentos de puro thriller... pero con un libreto algo ingenuo e inacabado que no empaña el enganche que produce el film.

Lo peor:...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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20 de marzo de 2012
13 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si los fantasmas interiores de las mentes dañadas son campos inexplorables e incomprensibles para mucha gente, una película que navega a la deriva por esos derroteros puede llegar a ser como un chute de valium sobrecargado. Martha Marcy May Marlene no quiere gustar a todo el mundo, ni todo el mundo está preparado para ella, pero quien sí lo esté encontrará verdaderas dificultades para quitarse este título de la cabeza, y toda la historia que tras él se esconde.

En cierta manera Martha Marcy May Marlene es como un complemento psicológico, aunque no analítico, de esa otra pequeña joya que se estrenó hace unos años, Canino. El director Sean Durkin plantea un ejercicio de observación, más que de narración, del cuadro psicológico de su protagonista, y de la peligrosidad de sus traumas. Pero más allá de eso, quiere que cada espectador saque sus conclusiones.

La película se apoya en unas plácidas localizaciones, en un bosque donde se levantan las pequeñas casas y las pequeñas vidas en las que vemos dos de las existencias de la protagonista, mezclando sus recuerdos, sus sensaciones, el dolor no comprendido de una existencia que asumimos como rota, aunque no la conozcamos en su totalidad. Los personajes que creemos conocer a lo largo de la película están encarnados por un espléndido grupo de intérpretes que crean universos detrás de caracterizaciones despojadas de todo ornamento, pero cargadas de emociones y contradicciones. La fotografía, la música, el sonido y los ruiditos sordos de cada escena, van configurando una atmósfera opresiva y cadente, de peso gravitatorio-emocional, en el que las cosas parecen en constante punto de aproximación a la catarsis, al final irredimible de esas plácidas existencias.

Pero tal vez todo lo que vemos esté mediatizado por los ojos de la película, el personaje de una sobrenatural Elizabeth Olsen. Al fin y al cabo, la manía persecutoria que se evidencia a lo largo del metraje parece solamente la punta del iceberg de esa existencia que ya no es vida por su propia mente, por su esquivo pasado, un pasado del que conocemos destellos de deshumanización, pero del que no sabemos más.

La fascinante, tensa y desoladora interpretación de la actriz, y la decisión (estética, argumental, de género, de farragosidad argumental) de su director, recrean un retrato imaginario de los peligros de la des-moralización de la sociedad por muchos frentes, pero sobre todo del alma y la destrucción de Martha Marcy May Marlene.
jaly
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19 de setiembre de 2011
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mi primera película de la 59 edición del festival de San Sebastián es el debut de Sean Durkin, y podría decirse que he empezado el festival con muy buen pie. Martha Marcy May Marlene cuenta la historia de huída y readaptación de una chica (una estupenda y fotogénica Elizabeth Olsen) a la civilización, tras haber transcurrido el tiempo aproximado de 2 años en una secta en las montañas.

En la película nunca se nombra la palabra "secta" y eso es por una buena razón. La película no habla de individuos perturbados haciendo cosas perturbadas. Sí, lo hace en parte. Pero lo que interesa es cómo cuestiona si lo que consideramos normal en realidad lo es o si lo que creemos perturbado lo es tanto. Sean Durkin se vale de la vulnerabilidad de la actriz principal para contraponer esos conceptos; civilización vs. vida salvaje y de moral libre. Y no rompe ninguna lanza en favor de ninguna, sólo expone los peligros de cada una.

Cierto es que la película se hace lenta en algunos momentos y que el metraje podría acortarse un poco sin que el ritmo o la cadencia se resintiera. Pero Martha Marcy May Marlene es una película que exhala sensibilidad. Desde algunos planos sostenidos, de una belleza fotográfica admirable, hasta el modo en el que se producen las transiciones entre presente y pasado (o sueño y realidad). Por ejemplo, la escena en la que Martha se prepara para saltar de la lancha y cortan a cuando salta desde lo alto de una roca. O cuando decide ignorar su moral dándole el vaso a la chica y cortan al vaso que sostiene su hermana.

Son detalles repletos de belleza formal, que lejos de confundir al espectador en el mal sentido de la palabra, sólo lo sumergen en la historia y en su ambigüedad, en su juego de realidades soñadas y memorias fracturadas. No, esta no es una peli de David Lynch ni tampoco una obra maestra, pero el talento que Sean Durkin demuestra aquí nos hace pensar que en el futuro podría brindarnos una.
Cinematic
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