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Odio entre hermanos

Drama. Cine negro A principios del siglo XX, oleadas de emigrantes procedentes de Europa llegaban a la populosa ciudad de Nueva York. Todos albergaban la esperanza de hacer realidad sus sueños de prosperidad. Muchos procedían de Italia, como la familia de Gino Monetti, un barbero ambicioso y autoritario, que emigró con su paciente mujer y sus cuatro hijos, todos muy distintos tanto psicológica como físicamente. Con los años, Monetti amasó una enorme ... [+]
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Críticas 30
Críticas ordenadas por utilidad
17 de diciembre de 2009
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
390/18(13/12/09) El experto en trasladar grandes obras literarias al cine, Joseph Leo Mankiewicz, adapta aquí una novela de Jerome Weidman “I’ll never go there anymore”, en la que se radiografía “el sueño americano”, un inmigrante italiano Gino Monetti (Edward G. Robinson), llega a Nueva York, tiene cuatro hijos varones, que en unos duros comienzos lleva una barbería, para después pasar a crear un banco, es un padre despótico, que trata con dureza a sus hijos a los que quiere enseñar lo duro que es ganar un dólar, los tiene empleados en el banco y al único que respeta es al menor, Max (excelente Richard Conte), que es el único que le quiere ayudar cuando en el banco tiene problemas que le llevan a juicio, los demás lo dejan en la estacada. La cinta es un estudio sobre el odio y sus raíces, si no es mejor olvidar para no enfermar de rencor. El guión está repleto de grandes diálogos que hacen la historia enganche, asimismo hay que decir que recuerda bastante a “El Padrino”, era de origen italiano, también tenía 4 hijos, los trataba de forma severa, no creía en la capacidad del mayor, y sus negocio quería los llevará el menor, casi calcado a esta, así como recuerda a “El Rey Lear” de Shakespeare, un Rey que al dejar su herencia sus hijos se pelean. Los actores rayan a gran nivel, sobresaliendo uno de los más grandes, Edward G. Robinson, componiendo a Gino, un personaje carismático que ensombrece con su poderosa personalidad al resto, un ciclón que traspasa la pantalla, que maneja el lenguaje gestual y corporal con maestría, primero debe ser un padre duro para después envilecerse y contaminar a Max con su odio a los otros tres hermanos. Como hándicap decir que excepto Gino el resto están poco desarrollados, me da la impresión que en los guionistas se han dejado mucho en el libro, resultan poco verosímiles algunas situaciones, así como confusas otras, por ejemplo el juicio ni se sabe a que es debido y en su resolución no te dicen lo que ha pasado, asimismo la historia de amor de Max con Irene (correcta Susan Hayward) resulta muy vaga, poco creíble, no encaja la relación de Max con María y su infidelidad, nos han hurtado partes importantes del libro que darían veracidad y elevarían la película, por no mencionar su final que chirría por lo desproporcionado. Aún con sus defectos la fuerza de sus virtudes supera sus males en esta dramática historia de calado. Recomendable a los que gusten de buenas melodramas. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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19 de agosto de 2014
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El título en castellano por la que es conocida esta película es tan explicativo y definitivo que me parece un resumen perfecto en sólo tres palabras. No es difícil darse cuenta en seguida que el personaje que interpreta Edward G. Robinson arrastra la maldad a cuestas, alguien que dedicándose nada menos que al oficio de banquero y presumiendo de sus ganancias es capaz de malmeter a su hijo mayor, de enemistarlo con su preferido, alguien que se ve definido por su egoísmo y por su avaricia. No tengo ninguna duda al afirmar que lo mejor de "Odio entre hermanos" es el padre y que lógicamente la potencia de su personaje es lo que sostiene la trama familiar.

A Mankiewicz tengo mucho que protestarle relacionado con el guión, principalmente cuestiones que tienen que ver con la falta de explicación de algunas cosas. Por supuesto, por no molestar, me iré a la parte oculta de esta crítica, no vaya a ser que alguien del siglo actual le dé por revisar el cine del pasado y además esté leyendo este párrafo. Por cierto, una película así es inviable en la actualidad, a buen seguro se realizaría con actores más guapos, seguramente habrían escenas de sexo gratuitas y más de un disparo con sangre, efectos especiales y hasta 3D...

"Odio entre hermanos" es cine emocional, que nace de la relación familiar entre un padre autoritario y cuatro hijos con diferentes puntos de vista respecto a esa dominación. El drama está servido y es en cierto modo previsible, pero atención, no es ni cine negro ni tiene nada que ver con la mafia. Háganme caso a mí que sí he visto la película, es un melodrama familiar correcto, pero que nadie espere nada parecido al cine negro clásico que todos conocemos, aunque aparezca Edward G. Robinson y desarrolle bastante mala leche. Hay un precioso flashback que sólo alguien que maneja bien los recursos del cine puede introducir así, otro elemento impensable a día de hoy. Nos vamos siete años atrás y de repente sin notarlo estamos en el presente. A eso lo llamo yo hacer bien las cosas.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Luisito
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18 de agosto de 2007
10 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es increible que obras maestras como esta puedan resultar casi desconocidas. Otras, por mucho menos, son elevadas al olimpo de las obras "de culto".
Una historia de lo más interesante, unos personajes con mucha fuerza y llenos de matices, unos dialogos insuperables y unos actores que lo bordan. Y todo bajo la dirección del gran Mankiewicz. ¿Se puede pedir más?
Felipe
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27 de agosto de 2007
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Recomendable film de un Mankiewicz que comenzaba a despuntar, un poco histriónico Edward G. Robinson y personajes en general muy ricos en matices como el de Conte, falla un poco la Hayward y el final es un poco ramplón. El sr. Mankiewicz ya se perfila como un gran director de actores y hace que el film y los personajes resulten especialmente creibles, algo dificil si nos paramos a pensar en la relación Conte-Hayward. La elipsis inicial entre ambos al salir de la cárcel en el apartamento de ella es impagable.
Producto solvente y profesional a mitad de camino entre el melodrama y el cine negro, sin decantarse por ninguno de ellos, en general la obra de Mankiewicz juega con esta "indefinición" del género en muchas ocasiones. Recomendable para completar una visión global de la filmografía del director y para apreciar a un actor hoy día bastante olvidado como es Richard Conte.
polelo
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22 de julio de 2010
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un buen director se reconoce por el uso eficaz de la técnica cinematográfica, porque sabe hacerse de una buena historia que refleje la vida como un espejo o que trascienda la realidad con una ingeniosa fantasía. Un buen director se asegura de que cada actor sea capaz de meterse en la piel, y ojalá, en las entrañas de su personaje. Pero, en lo que a mi respecta, lo que más me hace sentir que estoy ante un gran director, es que éste demuestre que ama profundamente a todos sus personajes y que estuvo, incondicionalmente dispuesto, a darle a cada uno (héroe o villano) los mejores argumentos para explicar sus acciones. Así, un verdadero artista, consigue que el espectador sienta respeto y consideración por los unos y los otros. Y así se enaltece la vida, y así se recrea la realidad en la más luminosa de sus dimensiones.

Joseph L. Mankiewicz es uno de estos grandes artistas y “ODIO ENTRE HERMANOS” es prueba fehaciente de ello. Como historia, recrea a la perfección las decisiones, las actitudes, las palabras, y la clase de sentimientos que llevan a la descomposición de una familia donde se adora el dinero y se deniega el afecto. Como retrato de una profesión, es de la más alta eficacia porque pone sobre la mesa el egocentrismo, la arrogancia, la falta de escrúpulos, la indelicadeza y las patrañas de que es capaz de valerse un banquero para salirse con la suya, es decir, para satisfacer su ansia de poder… poder material, ese que a la luz de la trascendencia no vale nada, absolutamente nada, sino ha servido para servir.

En la construcción de personajes, también este filme es excelso. Max Monetti es el abogado que se siente poderoso, superior a sus hermanos y dueño del mundo. Se alía con su padre, más que por el cariño que le tiene, porque siente muy adentro que haga lo que él haga, Max puede sacarlo del embrollo. Pero, es una mujer, Irene Bennett, la que sabrá calibrarlo y ponerlo en su lugar… y es entonces cuando aflora la bondad adormecida.

Gino Monetti, el padre que sobrevalora sus esfuerzos, es un banquero usurero y tiene razones para justificar, hasta sus peores salidas en falso, en el trato con sus hijos. Con Max consigue acuerdos, pero con Joe, Tony y Pietro, sus restantes retoños, comete todos los desafueros de un padre que, como el rey Lear, repudia a quien no sigue el juego como él desea.

Esta es una historia de amor y desamor, de odios y desafueros que lleva por caminos de alto riesgo y de fácil destrucción, a cualquier ser humano que se adentre en el sendero.

Este es el cine que sabe de la vida.

Título para Latinoamérica: “SANGRE DE MI SANGRE”
Luis Guillermo Cardona
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