Turbo Kid

El punto de partida de Turbo kid y la atmósfera ochentera promete,esa mezcla de Mad Max, cine gore gamberro, superheroes de cómic, los malos malísimos, la chica y esa música para situarnos en los 80s.

Nos encontramos en un escenario visto en otras muchas películas, un futuro post-apocalíptico, donde el agua es escasa e impera la ley del más fuerte.

Los directores Anouk Whissell, François Simard, Yoann-Karl Whissell son los encargados de escribir y dirigir la película que nace del corto T is for Turbo.

Lo mejor del reparto son sus dos protagonistas resultando creíbles y ayudando a sostener una película que decae en algunos momentos.

Entretenida y con momentos que sacaran más de una sonrisa, pero poco más.

Revolviendo el baúl del cine en busca de algún diamante en bruto poco conocido o simplemente alguna grata sorpresa me encuentro con ‘Turbo kid’, una producción Canadiense cuyas críticas ensalzan su originalidad y aire ochentero que en teoría hará las delicias de los más nostálgicos. Un intento cutre a más no poder de ‘Mad Max’ cuyo problema no es sólo la falta de recursos, sino un guion y unas interpretaciones que rozan lo bochornoso.

Títulos como ‘Los Goonies’, ‘Willow’ o la misma ‘Mad Max’ marcaron sin duda mi infancia cinematográfica, cierto es que juegan en otra liga respecto a ‘Turbo Kid’ pero en absoluto semejante despropósito ha conseguido trasladarme a aquella época. La evidente falta de inteligencia de la película se ve sustituida por una estupidez sin gracia que acaba pesando demasiado. Lo único destacable es su banda sonora, un remix de los de antaño que si evoca los 80 y 90 pero incluso eso acaba cansando, posiblemente porque el resto de componentes no acompañen en ningún momento.

‘Turbo Kid’ podría haber sido lo que pretendía, melancólica, entretenida y divertida, pero una cosa es la falta de recursos compensada por un buen desarrollo y otra que te quieran dar gato por liebre. Una de esas cintas que durante los primeros diez minutos ya te lo ha ofrecido todo, a partir de ahí pierde el efecto sorpresa y se va hundiendo en sus propios y excesivos defectos.

Lo mejor: la música y la intención.

Lo peor: la infinidad de defectos se podrían haber pasado por alto con ingenio e inteligencia, pero son factores ausentes en la película.

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Más cercana a los Power Rangers que a Mad Max, "Tubo Kid" se nos presenta como el súmmum apocalíptico, como la búsqueda de un agua que, al encontrarla, nos revienta en la cara con su tufo pútrido y vacío. Esta película canadiense (y siendo benévolo con lo de película) alterna la cáustica vena humorística con un gore explicado a golpes de martillo y con efectos especiales dignos de La Bola de Cristal y los Electroduendes, en donde muñecos que parecen muñecos son despedazados y desmembrados sembrando el estéril suelo de algún solar de Ontario de una masa que puede ser cualquier cosa menos sangre. Las interpretaciones devienen en un símil de representaciones actorales de un colegio en su fiesta de fin de curso y la música machacona que intenta ser guay a base de recuerdos y revivals no es más que el aliciente atemporal de un producto condenado a la sed, nunca mejor dicho.

La historia se consigue enlazar por aquellos que no hayan optado por dejar de verla a través del protagonista, un incapaz que no consigue hilvanar a derechas el cuento triste de su vida: unos padres que desaparecieron a causa de un villano que da de todo menos miedo y respeto. El holocausto que produce semejante sequía queda obviado, ¿para qué explicarlo? Es más, ¿qué más da? Y la mezcla de gratuidades (robots entre robots, el western, la aventura apocalítica, etc) no es más que otro garrafal error dentro de un cúmulo de errores.

Pero eso sí, con una nota media que dan ganas de ir al psiquiatra...

Será por la música ochentera como la que hace hoy en día Mitch Murder me transporta a una época donde el cine era digno e imaginativo.
Sólo puedo decir que dado el poco presupuesto de la película, me ha hecho saltar alguna lagrimilla de nostalgia: D
Muy recomendable

Hacía mucho que una película no me despertaba alegría y entusiasmo como lo hizo ésta. Es un homenaje a las películas de los ochenta. Eso es lo más claro de indicar porque este film escapa a una clasificación : un pastiche genérico donde se dan cita western , romance, ciencia-ficción, gore y romance ; envuelta en una atmósfera de clase B incuestionable que le hace respirar humor , bizarría y libertad .

La trama es muy sencilla : en un futuro apocalíptico donde el agua se ha convertido en el bien más preciado , el protagonista sobrevive en ese páramo recolectando chatarra con su bicicleta. Sueña con ser un superhéroe como "Turbo man" , su admirado personaje de los cómics que colecciona. La rutina de supervivencia que mantiene quedará trastocada con la aparición de una chica de optimismo exagerado , que ingresará sin pedir permiso en su vida monocromática.

No hace falta contar más . Termino diciendo que la película no será una joya, pero me hizo emocionar como pocas . La travesía del protagonista , sus momentos con la chica , la música ochentosa inconfundible , la lucha con el villano y sus secuaces fraguan una trama que , por un lado , posee sus innegables arbitrariedades narrativas , pero por otro lado , ofrece una historia que no le teme al ridículo y respira libertad . Esa clase de películas que para algunos será un bodrio y para otros un encanto .