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Crebinsky

Comedia Las lluvias torrenciales provocan la crecida de un río, cuyas aguas inundan un pueblo. La corriente arrastra a los hermanos Crebinsky y a su vaca, que reaparecen milagrosamente vivos en un lugar de la costa. Instalados allí, al pie de un faro, sobreviven recogiendo lo que trae el mar. Aislados de los conflictos bélicos, los hermanos crean su propio mundo: un universo particular hecho de realismo y fantasía. (FILMAFFINITY)
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
16 de setiembre de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes que nada hay que avisar que estamos ante una película muy atrevida y que, por lo tanto, no es para todo tipo de públicos. La originalidad queda manifestada desde un primer momento, en que la intro se nos presenta como un pequeño corto de animación en donde nos sitúan en la historia: dos hermanos y una vaca son arrastrados por la corriente de una riada hasta la costa gallega, en donde harán sus vidas a base de los regalos que el mar les va ofreciendo. La inocencia de los hermanos Crebinsky es tal que todo se sustenta por una vida muy natural y con gran predominio de los pequeños detalles. No hay maldad en sus mentes, porque tampoco han conocido la maldad exterior. Pero en busca de la vaca emprenderán un camino hacia el interior en donde habrán personas, verbenas, santos, carne a la brasa, nazis y entendimiento.

La música es muy buena, pero llegado un momento puede llegar a agotar ya que monopoliza toda la película. También pienso que al ser una película idiomática mucha información queda al margen y se hace más difícil de llevar. Al igual que creo que la historia da como mucho para un cortometraje (que ya se hizo) pero en ningún caso para rellenar hora y media.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Yo mismo (o no)
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6 de mayo de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por fin una película diferente, nueva, fresca. Crebinsky es una isla en el desierto de ideas del cine, especialmente de la industria norteamericana, realizada con pocos medios. En una historia un poco loca o absurda,se van ensamblando las vidas de diversos personajes. Es interesante ver como pequeños hechos de la vida diaria pueden afectar de manera decisiva a otras personas. Los personajes principales son entrañables, tanto los hermanos Crebinsky, como Muska, su vaca, como el farero. Eso sí, no hay un objetivo. Se trata de contar, a través de una especie de realismo mágico gallego, como viven dos huérfanos que han estado siempre aislados, sin tintes trágicos, con un humor tierno y algo disparatado. Interesa cada momento, el presente, como si de un documental se tratase. Muy creativa.
montse
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28 de setiembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Y con alegría podemos decirlo, porque esta atrevida comedia de atributos verdísticos no se sucede durante la más representada y vapuleada guerra de nuestro país, aquí el guiño se lo lleva la Segunda Guerra Mundial y el wolframio terrenal de cada día. Con alemanes y americanos incluidos, que todos caben. Pero esto es una mera anécdota dentro de lo que se ha convertido en uno de mis grandes descubrimientos del Atlántida Film Fest. No me cabe duda que ahora tengo que reclamar la atención de aquellos que disfrutan de las bizarradas, sean de las lentas como tortugas o que mantengan un ritmo excepcional, para decirles que aquí hay algo llamativo y autóctono que vislumbrar. Se llama Crebinsky y se habla en ruso-gallego fluido.

Una vez vista la película y conocedora de la odiosa magnitud que tienen las comparaciones, aquí podríamos sacar referencias para todos los gustos, así que toca hacer un resumen. El primero siempre será Javier Fesser, por esa comicidad bruta que radica en el más puro absurdo y que sobrevive a base de personajes caricaturizados y bestiales. Por no resultar una película tan radical, otros verán a Jean-Pierre Jeunet cual aparición mariana que, disfrutando de un mismo absurdo, es más comedido y disfruta de escenarios más utópicos. Si a todo esto le añades el folklore y la elevación de la zarrapastrosidad de sus protagonistas, incluyendo una música tan característica que matiza el aspecto terrenal, ¿a quién tenemos? Sí, el mismo, Emir Kusturica en pleno esplendor. De hecho, hilando fino se podría nombrar a Julio Medem por tener a norteños apasionados por las vacas y su magia oculta. Tras simplificar a material de primaria la compleja labor de grandes directores y cerciorarme de mi incapacidad para matizar con clase (porque es un disgusto ponerme a comparar con certeza), he de decir que en realidad Enrique Otero se aleja de todo esto y consigue mucho más, al crear un trabajo personal, con una estética propia y sin necesidad de adecuarse a los parámetros que utilizan la mayoría.

La película parte de un arranque en el que por medio del stop motion se cuenta la historia de cómo los dos hermanos protagonistas, Mijail y Feodor Crebinsky, y su vaca Mushka, llegaron a vivir en aquel paraje natural (el de los atributos verdísticos), lejos de cualquier relación con el mundo y su evolución. Es justo esa lejanía con la que da pie a seguir las pausadas pericias de estos dos hombres que manejan su día a día con ingenio y deducciones simples, y que gastan su tiempo llamándose el uno al otro a gritos, algo que agradezco porque es de las pocas películas que puedo recordar los nombres de los personajes sin problema. En contraste a la ingenuidad de los dos hermanos protagonistas se encuentran los secundarios, que tienen papeles pequeños muy metidos en el estrambotismo del film y que se cruzan, sin hacer mella, con los hermanos. Esto permite destacar la labor de Luis Tosar en su papel, convertido a oficial americano que domina el inglés a la perfección, bueno, el inglés que cualquiera imaginaría que puede salir del vozarrón del actor.

De un modo inteligente Otero juega con sus cartas creando el fantasioso mundo de dos hombres de montaña, con la tosquedad de fábrica y la comprensible y esperada falta de reflexiones profundas entre ellos, al no tener esa necesidad de comunicación, pero sí una gran destreza y luminosidad a la hora de llevar a cabo la comodidad del día a día. Entre tanta irracionalidad lógica emprende la entrada de la realidad en el mundo de los Crebinsky, al aparecer soldados de ambos bandos que están buscando el lugar óptimo para el enfrentamiento, y mientras ellos dos cambian el curso de la realidad, los demás no son capaces de arrancarles nada más que recuerdos, diagnosticando la conocida fórmula en la que ignorancia equivale a felicidad. Al menos siempre que no llueva.

Esos recuerdos son importantes, ya que mediante flashbacks se nos lleva a sus raíces, descubriendo su pasado y por qué son tan especiales sin necesidad de venir de una dimensión paralela, ellos también surgieron del mundo real.

El absurdo es uno de mis vicios y que una puñetera vaca consiga liar la trama y mezclar a dos ermitaños de atuendos customizados (que se permiten llevar vírgenes multiuso atadas del cuello) con un con conflicto internacional, es algo que pregonar para que sea visto, aunque sepa que tenga todas las papeletas para convertirse en película despreciada por su castizo humor y grotesca presencia, quedando el descaro de reírnos de nuestras sombras.

¡Vivan los hermanos Crebinsky!

Crítica para http://cinemaadhoc.info
@cinemaadhoc
mnemea
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10 de abril de 2011
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una huella gallega más en el cine. La verdad, me la había recomendado tanto un amigo que fui a verla con bastantes expectativas, e igual por eso me defraudó un poco. Siempre me encantó Miguel de Lira, pero en esta película le dan un papel un poco infantil, que no me pareció que le pegase demasiado... y Miguel de Lira es la principal razón por la que fui a ver la película al cine, así que, por esta razón probablemente le doy menos nota de la que esperaba.

Por otra parte, me gustó mucho la fotografía de la película, que hace a uno enorgullecerse de haber nacido aquí... sobre todo las imágenes del mar bravo, donde Miguel de Lira recuerda al clásico Currás de Mareas Vivas. Además de la fotografía resaltaría la actuación de Luis Tosar, muy simpática, y el ingenio de los inventos de los Crebinsky.
Nico Mulo
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16 de enero de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No hay nada en Crebinsky que merezca atención, salvo lo mencionado en el título de la crítica. No tiene chispa, está mal interpretada y carece de interés. Una cosa es hacer teatro por los barrios y otra enfrentarse al séptimo arte. Los actores no saben de qué va la película, excepto alguno que sabe que no va de nada.
No avanza, ni retrocede, ni te ríes, ni lloras, ni te sorprendes, ni sientes ninguna clase de empatía con los personajes. Podrían dejar la cámara grabando hora y media las olas del mar y tendría más enjundia.
Si le doy un tres es por las animaciones de los créditos, Celso Bugallo y la vaca.
A Tosar debieron convencerlo a base de queimada, si no no se explica.
Néstor tillas
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