Un plan para enamorarse (Amor, boda y matrimonio)

Dermot Mulroney se pasa al otro lado de la cámara para dirigir un trasunto de comedia romántica blanda a más no poder. No hay una idea, ni un argumento, ni situaciones divertidas, ni nada salvo generalidades y un conjunto de clichés bienintencionados sobre el matrimonio, la familia y la vida en pareja. La verdad es que la sensación que uno tiene al ver "Un plan para enamorarse" es cercana al desinterés porque nada de lo que sale en pantalla sobresale mínimamente, salvo la estupidez del protagonista masculino, que pone pegas por no sé qué chorrada. Dicho esto, tampoco es aburrida y no sólo por la brevedad, tan solo 90 minutos, ni obscena, ni de mal gusto, cosa que empieza a ser habitual en el género.

Claro que aunque antes he dicho que no hay nada que llame la atención, no es cierto. La que primero lo hace es Mandy Moore, que es el motivo por el que me ha tragado esta película. Aunque la veo más delgada que en otras ocasiones, fijaos en las piernas o en la cara que se la alarga y por lo tanto, más fea. Sobre esto hay que insistir encarecidamente que a las mujeres les queda mejor algunos kilos más de los que la moda está imponiendo últimamente. Por ejemplo, en "Deseando libertad" (2004) está más rellenita y más hermosa. Siguiendo con el reparto, su compañero masculino, Kellan Lutz, no sabría decir si es guapo o feo, pero lleva unas pintas horrorosas con ese rubio pote. Jane Seymor, muy bien para sus 60 años.