La banda Picasso

¿Por qué se llama la banda Picasso si el verdadero protagonista no es Pablo Ruiz Picasso, sino Guillermo Apollinaire? Cualquiera que no sea un poco inocente sabrá la respuesta: porque el público español, y eso quiere decir la sociedad española, desconoce quién fue este señor, y por tanto, no podía servir como enganche comercial. Desgraciadamente, Picasso tampoco fue un reclamo lo suficientemente eficaz, por lo que yo sé.
Yendo al filme en sí, a mí me ha parecido una pieza estimable, por encima de la media de las de Colomo, aunque encuentro que el desenfoque del título se contagia al punto de vista de lo narrado. Picasso es sólo un personaje más, además muy maltratado por el guión (aparece como un cobarde y traidor, casi como un ser mediocre frente a la brillantez de los bohemios de sus amigos, sobre todo frente a Apollinaire y al sinvergüenza del barón), un Picasso que casi se convierte en una sombra entre tanta luz. En realidad, como se ha apuntado aquí por otros foreros, la verdadera protagonista es la bohemia artística parisina, de entre la que destaca casi como un gigante el poeta Apollinaire. Los retratros de los personajes, por otra parte, salvo el de Picasso, son excelentes y la producción y el ritmo narrativo más que estimables. El filme se deja ver con agrado gracias a que Colomo recupera un buen hacer que había perdido hacía décadas (¿dónde está ese Colomo de 'Tigres de papel' o 'La línea del cielo'?),
En fin, una peli que no es como para tirar cohetes pero que está, a mi juicio, modestamente bien.

Es innegable la capacidad española para producir películas de época con buen acierto a la hora de ambientar la historia que quiere contar. En este caso, es el inicio del siglo XX y narrando un hecho real que involucró a Pablo Picasso en el robo temporal de la Gioconda. Como ya hemos dicho, la situación está muy bien ambientada y el París de esa época está bien recreado. La historia tiene una concepción interesante, pero peca de ser algo aburrida y presenta lagunas en el desarrollo, dejando algo huérfano el desenlace. Fernando Colomo (Los Años Bárbaros) maneja de forma atemperada la situación, pero la historia apenas tiene movimiento, paseando en línea recta, sin picos que nos provoquen una pizca de emoción, sorpresa o suspense.
En el reparto, flojea si acaso el protagonista: un Ignacio Mateos (Animales Sin Collar) que se le nota abrumado ante la presión de encabezar el cast por primera vez (y única hasta la fecha) en una producción de cierta importancia, y más difícil todavía, encarnando a un personaje tan singular como Picasso. Junto a él, encontramos un reparto internacional compuesto por actores franceses como Pierre Benezit o Raphaëlle Agogué (El Chef, la Receta de la Felicidad), húngaros o polacos; sin olvidar la presencia del otro actor español, Jordi Vilches (Platillos Volantes).
Esta es una obra liviana y falta de ambición que se queda en medio de la nada a pesar del buen hacer de Colomo tras las cámaras.

Saltimbanquis. Gorrones. Perdularios. Bohemios. Gañanes. Brillantes.
Les quiere y les hace un homenaje cariñoso, superficial, chispeante, tonto, tenue, banal, amable.
La trama ladrona como sostén o excusa dramática nos importa un carajo, es mejor cuando los celebra en sus tics y manías, dimes y diretes, en sus tópicos más queridos o hitos más señalados de ese periodo, amantes, textos y pinturas, todos a una.
La liga de los hombres extraordinarios. También como de Marvel. Pero mejor. Estos sí que son superhéroes que valen algo la pena. Los que salvan el mundo como decía el tito Nietzsche.
Picasso como medroso, egoísta cobardón y seguro de sí mismo es el supuesto protagonista, pero lo es más Apollinaire, el bastardo ruso, verboso, gordo, simpático, latoso, toreado a modo por Roché, Jules et Jim, el villano de esta obra de aventuras juveniles, esa es la idea, y por un barón grotesco, a calzón quitado, como Errol Flynn en sus buenos tiempos, o como Cary Elwes por lo menos.
Aparecen por esos lares, cómo no, también los mecenas coleccionistas y hermanos Stein, con la esposa Toklas, el boxeador Braque, el loco Jacob, el serio Matisse en rivalidad abismal con Pablo, y toda la tropa repleta. Un fresco alicaído, ñoño, bobo, mirado con condescendencia y amor por el majo Colomo, siempre tan bueno y comprensivo, es bonito, sabe a poco.

La cita se refiera a "Las señoritas de Avignon" (1907) pero ahora que lo pienso, sirve exactamente igual para "La banda Picasso", una película que promete ser un thriller algo surrealista, pero thriller a fin de cuentas, con el robo de "La Gioconda" del museo del Louvre como tema central y que termina siendo... bueno, una cosa que no sé qué es: ¿un homenaje a la bohemia artística de principios del siglo XX? El caso que es que ya que estamos, aprovecho para recordar que aunque Pablo Picasso sí es cierto que en su infancia demostró que sabía pintar, el resto de su obra es un horror. ¿Que inventó el cubismo? Chico, pues no es para enorgullecerse si no lo contrario. Lo extraño es que un arte tan feo, tan poco arte, acabara conquistando la cultura occidental cuando en su momento era repudiado.

Volviendo al tema, este raro largometraje es una fricada principalmente por que da vida a buen número de artistas: Pablo Picasso, Guillaume Apollinaire, Manolo Hugué, Max Jacob, Georges Braque, Henri Matisse y Gertrude Stein, entre otros. Aquí y en una aceptable, tampoco deslumbrante, ambientación reside el único mérito de "La banda Picasso" aunque, entre otro nosotros, lo mejor es Raphäelle Agogué, la guapa francesita que hace de Fernande Olivier. Pese a todo, Fernando Colomo fracasa completamente en este trabajo, primero porque no sabe por dónde tirar. De hecho el robo se vuelve irrelevante mientras se suceden conversaciones, encuentros, disputas académicas y poco más. Es decir, que no tiene guión. Así que sin proponérselo acaba siendo un tostón de muy difícil visionado.