Las mil y una noches

Debo decir que de las tres películas de la "Trilogía de la vida", Las mil y una noches ha sido la que menos me ha atraído, la que menos me ha seducido, a pesar de que Pasolini pone todos los medios para hacerlo.
Es indudable que Pasolini se centra más en recrear un ambiente sensual, una celebración del eros, que en narrar. Lo hace bien, pero yo, personalmente, echo en falta que me cuenten una buena historia, y eso solo ocurre esporádicamente en esta película.
Esta adaptación del clásico árabe es irregular e incluso un poco extensa. No tiene la gracia y el ingenio de El Decamerón o Los cuentos de Canterbury. En resumen, la más floja de las tres.

Conjunto de historias engarzadas a la "road movie" amorosa de un inocente y humilde joven que ha sido elegido por una singular esclava, investida por la facultad de seleccionar al comprador, y que pasarán por mil y una aventuras para reunirse tras una brusca separación.

La facilidad de Pasolini para trasladarnos al ambiente, entre onírico y mágico, de la Edad Media queda aquí un poco diluido en los innumerables viajes (por tierra, mar y aire) de los protagonistas.
Como los cuentos a los que rinde homenaje, la obra del maestro italiano se apoya en la fantasía, las leyendas, y se esfuerza en dar vida a las historias que a lo largo del tiempo fueron pasando de boca en boca; con un toque picaresco y con la moraleja del triunfo de los grandes amores.

Lo adusto de los escenarios y la falta de efectos de relleno, propio de épocas oscuras para la mayoría de los mortales, hace que nos fijemos más en los personajes que van asomando y que demos alta importancia a la tradición oral.

El lado dulce de Pasolini, un canto a la vida, a la belleza, a la poesía visual y al despertar sexual.
El director italiano mezcla maravillosamente la sexualidad y la inocencia, y el resultado de esta suma es ese deseo primigenio en el que no caben las perversiones ni las complicaciones. Hay varias escenas en las que vemos a personajes jóvenes, algunos adolescentes, descubriendo al sexualidad con una sonrisa en los labios. Verla te devuelve, a ratos, al despertar sexual cargado de deseo e inexperiencia. Es frescura en estado puro, todo va bien incluso cuando va mal. Ni el secuestro de Sherezade se refleja como algo malo, es como si Pasolini crease un mundo a aparte en el que hasta lo "malo" puede ser bueno.
Considero que ha de ser bastante difícil mezclar sexo explícito con inocencia, y esta cinta es básicamente eso: el lado más puro y natural de la sexualidad, sin maquillar y sin eufemismos.

Sinceramente, no es el cine que más me gusta. Me echa para atrás, no le cojo el agrado, me parece que el preciosismo que plantea está fuera de los cánones que más me gustan... Pero entiende que haya público para este tipo de cintas. No entiendo el erotismo que plantea, la obsesión por mostrar pollas y coños, no veo la trama, ni entiendo el guión, los diálogos no me parecen que vayan a parte alguna, los actores no son precisamente virtuosos del arte escénico.
Ni siquiera tiene una fotografía preciosa, aun rodándose en lugares tremendamente bellos.
Es un regodeo en el preciosismo que no va a ninguna parte, no me deja nada después, no me transmite durante el visionado, y desde luego olvidaré por completo la cinta con el paso del tiempo, aunque, curiosamente, en cuando vea una escena en la tele en cualquier momento la identificaré como una película de Pasolini.
No es Ordet, que tiene un peso singular, una forma de abordar la exposición de la trama muy característica, es otra cosa...
A la gente que le guste mucho en cine y no particularmente el norteamericano, que obviamente no es mi caso, este tipo de cine le encantará. No lo dudo. Pero yo soy de Lang, Preminger, Sirk, Siodmak, Bilder, Alfred, incluso Lean o Dasin... es decir, todos "americanos"... Directores formados en la técnica europea pero que desarrollaron lo mejor de sus carreras en estados unidos.

Libre adaptación (muy, muy libre) de la famosa recopilación de cuentos persa. Me ha gustado más que las otras dos entregas de la "Trilogía de la Vida" de Pasolini, pero francamente, me pregunto quién fue el pedante (quizás fue él mismo) que tituló con ese nombre la trilogía: el núcleo de prácticamente todas las decenas de microhistorias que aparecen en estas películas siempre es el mismo, el sexo y una pasión casi adolescente, no un gran caleidoscopio de emociones humanas o circunstancias de la vida.

Esta es la entrega que más me ha gustado -y que menos me ha aburrido- porque, partiendo de esa temática, el exótico marco persa le aporta un toque de ingenuidad y libertad que encaja muy bien con el tema. Además es la que tiene más abundancia de cuerpos desnudos, haciendo que te alegres de vez en cuando la vista en su no comedido metraje.