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El último concierto

Drama Tras 25 años cosechando éxitos y gozar de fama mundial, y en plena preparación de un concierto para celebrar su cuarto de siglo profesional, el futuro de un cuarteto de cuerda de Nueva York recibe un duro golpe que puede poner en entredicho su supervivencia. El violonchelista de la formación está padeciendo los primeros síntomas del Párkinson, una enfermedad que en poco tiempo pondrá fin a su carrera como intérprete. La incertidumbre ... [+]
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Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
8 de setiembre de 2013
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al leer la sinopsis de “El último concierto” se puede tener la sensación de que la película de Yaron Zilberman es un tratado sobre las consecuencias del Parkinson en la figura del personaje intrepretado por Christopher Walken. Y no es exactamente esto. Cierto que el diagnóstico de la enfermedad es la circunstancia que desencadena la historia, pero este hecho solo es una de las aristas de las que se nutre la película. Por medio de la relación entre los distintos miembros que integran el cuarteto de cuerda Ziberman establece una metáfora aprovechando el Opus 131 de Beethoven para hablar del desgaste que sufre cualquier núcleo de personas a lo largo del tiempo. La metáfora es acertada, pero la película no acaba de funcionar por dos principales razones. La primera es su guión plano y previsible. No hay sorpresa alguna a lo largo del metraje, todo evoluciona tal y como uno se imagina. La segunda son dos evidentes errores de càsting que afectan a la credibilidad de la historia y lastran la película de una manera decisiva. Me refiero concretamente a los personajes de Pilar y de Alexandra. Creo sinceramente que ambos personajes pedían a otro tipo de actrices para interpretarlos, sobre todo Imogen Poots que no da para nada con el papel. Y esto no es óbice para reconocer que todo el elenco está estupendo, sobresaliente incluso la presencia de Christopher Walken como maestro del resto. Pero a veces, como en esta ocasión, unos buenos actores no son suficientes si al guión le falta fuerza y pierde agua por un par de boquetes.


Lo mejor: la dignidad que Walken ofrece a su personaje, ejemplar sobre todo en la última escena.

Lo peor: su previsibilidad y errores de cásting.
AMQE
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26 de agosto de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Asumiendo que no estamos ante una obra maestra, y lamentando que haya un par de avatares sentimentales innecesarios y que rebajan el resultado del film, no cabe duda que estamos ante una pelicula cuya sensibilidad recorre tu cuerpo, apoyado por un grupo de actores excelentes, de esos que nunca están mal tengan el cometido que tengan. Es un digno debut de un director novel encomendado al buen gusto y al placer de la música. En un verano particularmente estéril y decepcionante, lleno de absurdos "blockbusters" muchos de los cuales afortunadamente se han estrellado en taquilla, se agradece una pelicula de personas y personajes.
Ah, en la sala nadie sorbía una pajita ni masticaba palomitas; algo que empieza a ser bastante de agradecer y un hecho ciertamente notable.
newbury
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5 de setiembre de 2013
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de lo que he bautizado como subgénero geriátrico (uno de cuyos últimos exponentes era, precisamente, El cuarteto, el debut de Dustin Hoffman en la dirección), llega ahora El último concierto, que gira en torno a un cuarteto de cuerda que, al llegar el 25 aniversario de su formación, se encuentra con que uno de sus componentes descubre estar aquejado de Parkinson justo antes del concierto de celebración. A partir de ahí, se desanudan y revelan las relaciones dentro del grupo, en que como siempre existen componentes sentimentales que estiran las cuerdas de su estrecha colaboración. Se me dirá que no es tan geriátrica como afirmo (las edades de los protagonistas difieren entre sí), pero sí estamos hablando del paso del tiempo y la decadencia de gente que ha entregado la vida al arte, en este caso a la música. Sea como sea, es en ese trenzado de relaciones donde se basa la película, si bien es incapaz de soslayar algunos tópicos y ahorrarnos alguna frase sonrojante. Pero son los intérpretes quienes salvan la función, con un Walken estremecedor y un Seymour Hoffman poderoso como siempre, bien secundados por la Keener y el resto de actores. Podría haber sido mejor, y estoy de acuerdo con Boyero en que me sobra la hija, pero al menos es una cinta sentida e interesante teniendo en cuenta que llega de Estados Unidos.
Eduardo
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20 de setiembre de 2013
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La pulcritud de la cámara permite que el peso de la función recaiga encima de los intérpretes; Zilberman, al menos, tiene la inteligencia de no entrometerse en el regalo actoral que supone la confluencia de los cuatro excelentes actores encargados de volcar su talento en la credibilidad que desprenden siempre, gracias a su implicación, sus personajes. Resulta impagable asistir al impecable, contenido, creíble y ajustado recital interpretativo. Los actores escapan al prospecto. El film adquiere en ellos la chispa hipertensa que escapa a la paz valeriana.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Musiczine
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1 de enero de 2014
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo tiene todo. Es bella, emocionante, está bien construída y magníficamente interpretada. Junto con “Amor” es la mejor película que he visto en el 2013, aunque su producción sea de 2012 y yo la vea el primer día de 2014. Pequeñas trampas que nos hacemos unos a otros.

La música, y lo que está detrás de ella es la gran protagonista: vidas de personas entregadas por completo a ella, que la aman libremente y, al mismo tiempo, terminan dulcemente esclavizados por ella. No hay nada mejor que terminar siendo esclavo de lo que amas, dicho con todos los matices necesarios.

Pero la vida sigue. Es algo que pasa, mientras hacemos planes, como decía otro, que también era músico pero no tocaba piezas clásicas. Y entre esos músicos se establecen tensiones, celos, amores, desamores. Espejo, pues, exacto de la vida misma, monumento a la pasión musical y al arte en su conjunto. Es cine de alto nivel, seguramente para no muchos, como indicativo exacto de la deformidad interior de las masas a la hora de elegir la manera de divertirse y de las productoras a la hora de satisfacerlas.

Vean el momento en que alguien se despide con una sonrisa entre los labios. Otro/a le va a sustituir y el ciclo seguirá, Beethoven seguirá escuchándose, con o sin partitura, y la grandeza del ser humano seguirá resplandeciendo a pesar de los pesares.
Paco Ortega
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