Luna nueva

Demoledora comedia cargada de mala leche que, a un ritmo frenético, denuncia algunos de los aspectos menos saludables de la profesión periodística, y, de paso, de la política y de la condición humana en general: interés económico, amoralidad, engaño, hipocresía, traición, deshumanización, corrupción… Grant encarna en Walter Burns todos esos ‘valores’ con una bonita sonrisa y traje de diseño, pero en realidad su simpatía no esconde más que egoísmo y ambición, al precio que sea. Podemos ponerle la cara del magnate de la comunicación o del director de periódico que queramos. Ellos también darán el tipo. Russell le secunda a la perfección dando vida a la impetuosa y supuestamente íntegra Hildy, que en realidad es tan indeseable como su exmarido.

Aunque entre chistes y chascarrillos, algunos magistrales, Hawks hace una de las críticas más despiadadas del mundo de la información, maquillándola con una historia de amor de fondo. Hace reír, sin duda, pero si se analiza fríamente, a uno le dan ganas de echarse a llorar, sobre todo al darse cuenta de que cuanto se denuncia sigue tan vigente en los medios de manipulación de masas actuales, que incluso se queda corto. Junto con ‘El gran carnaval’ de Wilder, la mejor diatriba contra la espectacularización de la noticia que he visto. Quizá resulte algo sobrecargada, demasiado teatral en determinados momentos, pero son cuestiones menores. Por cierto, me gusta bastante más que la versión que hiciera el bueno de Billy del original de Hetch y McArthur.

Hildy Johnson [Rosalind Russell], la mejor reportera del Morning Post, visita la redacción para anunciar que va a casarse con un vendedor de seguros y se va a vivir a Albany. Walter Burns [Gary Grant], editor, ex-marido de Hildy y granuja, aprovechando que ha surgido una noticia de primera plana con la fuga de un preso, utiliza todo tipo de tretas para alejarla de su novio y para que continúe en el periódico y de paso reconquistarla como esposa. Ella, periodista de vocación, se hace cargo de la noticia y estando en la sala de prensa le llega por una ventana el preso fugado, a punto de horca, al que retiene escondido en un escritorio de cierre de persiana hasta que la redacción pueda adelantar la exclusiva. El guión sigue alocadamente como si aquí nada pasara: entradas y salidas precipitadas de la sala de prensa del juzgado, policía, alcalde en campaña y otra fauna desmadejada.

Esta es una comedia de las más alocadas que divierten al público por las ocurrencias de Grant, un gran actor que supera con mucho a la periodista Hildy. Hawks realiza una adaptación de la obra de Broadway “primera plana”, que fue llevada al cine por Wilder. En la cinta se impone claramente el texto a la imagen y los personajes se atropellan unos a otros y no dejan de hablar ni debajo del agua. La cinta cuenta con buena dirección, fotografía. El argumento es una crítica al sensacionalismo en la prensa, la manipulación y la mentira descarada del periodismo supuestamente envuelta en el ritmo laboral de una profesión que viene a justificarse por las prisas.

Fan incondicional de Cary Grant que está perfecto como siempre en esta película. Y todo el reparto lo está. Pero a partir de la segunda mitad y hasta el final se me hizo un griterío insufrible de verdad. El argumento es ocurrente y consistente, pero la segunda mitad de verdad que la gracia es convertir el plató en un gallinero, no puedo disfrutar de algo así, todos hablando a la vez y en un correveidiles, uf, agotador.

Típica comedia de los años cuarenta americana que tiene como principal interés la interpretación de un peculiar Cary Grant que desarrolla el papel de un liante y sin escrúpulos periodista. La historia de ayer, de hoy y de siempre: "todo vale" para hacer periodismo y sacar la mejor tajada de los políticos. La película tiene un ritmo trepidante y algunos secundarios están muy bien en sus papeles y en definitiva entretenida comedia que se deja ver pero que no es de las más ingeniosas de Howard Hawks.

La redacción de cualquier periódico en el pasado siglo necesariamente debía de ser bulliciosa y estresante, las noticias fluían por los teletipos como el agua de un manantial y todos y cada uno de los redactores estaban permanente alerta para redactar sus crónicas ansiando cada vez ser mas conocidos.

Howard Hawks le dio un ritmo trepidante a esta comedia en la que los teléfonos echaban humo desde el primer minuto, Cary Grant con su porte de galán, su labia y socarronería se hizo enseguida acreedor a ser la estrella fugaz que cruzaba los cielos de su redacción, bien acompañado en el casting por una Rosalind Russell dinámica e inteligente.

Howard Hawks quiso imprimir tal vitalidad al film que lo único que consiguió es embarullar el argumento resultando este algo pesado y confuso.