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War. Action. Comedy
During the time of WWII, U.S. soldiers who are about to be executed, are offered a chance at reprieve. It all begins in German-occupied France, where Shoshanna Dreyfus (Mélanie Laurent) witnesses the execution of her family at the hand of Nazi Colonel Hans Landa (Christoph Waltz). Shosanna narrowly escapes and flees to Paris, where she forges a new identity as the owner and operator of a cinema. Elsewhere in Europe, Lieutenant Aldo ... [+]
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- es
September 19, 2009
5 of 5 users found this review helpful
Érase una vez en la Francia ocupada…, así, de una forma abiertamente declaratoria comienza lo que en términos ilustrativos vendría a ser el Once upon a time in Tarantinolandia, la manera directa de rendir ofrecimiento al apelativo de Leone, al spaghetti western y a la referencia cinematográfica impuesta como lenguaje metalingüístico. Malditos bastardos no es ni por asomo una película de guerra, sino un film sobre el cine, el séptimo arte materializado en un arma liberadora de venganza justiciera, un símbolo histórico de tratado científico en donde Tarantino nos abre un cerebro hinchado de cinefilia, pues no hay sospecha de que a la burla burlando Tarantino hace la película que solamente un caníbal del cine podría componer, su patada cinemática de mecanismo deliberado, la mejor forma de definirse sin recurrir a la crónica de un texto restringido por las normas narrativas que limitan a un genio pulp sin modestia operativa.
Inglourious Basterds sigue la estructura frecuente del realizador de Kill Bill, la secuenciación por capítulos, cinco para ser exactos, lo que resta cierta continuidad a un relato deslavazado, hay secuencias antológicas, expuestas en si mismas como pequeñas películas con sus propios planteamientos, nudos y desenlaces (la escena de apertura en la granja, que sirve de presentación al memorable personaje del Coronel Landa, la acontecida en la taberna con la actriz alemana Bridget von Hammersmark, excepcional Diane Kruger, o sin mencionar mucho al respecto, el prolongado clímax final en el cine parisino), pero también tenemos altibajos que, curiosamente, casi siempre tienen a los desdibujados bastardos como protagonistas, es extraño que los caza nazis que dan nombre al titulo sean a la postre lo menos interesante de la fascinante comilona visual que supone Malditos Bastardos, quizás uno debería tomárselo como otra broma privada de un Quentin divertidísimo, que parece solamente haber utilizado a Brad Pitt como reclamo comercial de lo que es ya, la mas taquillera de sus obras.
En eso también parecen cambiar las intenciones del artista, aquí mas elegante y refinado, con un sometimiento de la puesta en escena delicioso, movimientos de cámara incluso depalmianos (el estreno de Stolz der Nation del ministro de propaganda nazi Goebbels en el local regentado por la judía vengativa Shosanna), travellings circulares y planos grandilocuentes que dan caché a un cineasta cada día mas completo y calibrado, estudioso aventajado del mundanal fílmico, cine dentro del cine, no es su obra maestra, ya lo dice Aldo Raine en momento clave del metraje, pero rediós cuanto he disfrutado jugando a este oficioso trivial del que Quentin Tarantino nos hace virtuales concursantes.
Inglourious Basterds sigue la estructura frecuente del realizador de Kill Bill, la secuenciación por capítulos, cinco para ser exactos, lo que resta cierta continuidad a un relato deslavazado, hay secuencias antológicas, expuestas en si mismas como pequeñas películas con sus propios planteamientos, nudos y desenlaces (la escena de apertura en la granja, que sirve de presentación al memorable personaje del Coronel Landa, la acontecida en la taberna con la actriz alemana Bridget von Hammersmark, excepcional Diane Kruger, o sin mencionar mucho al respecto, el prolongado clímax final en el cine parisino), pero también tenemos altibajos que, curiosamente, casi siempre tienen a los desdibujados bastardos como protagonistas, es extraño que los caza nazis que dan nombre al titulo sean a la postre lo menos interesante de la fascinante comilona visual que supone Malditos Bastardos, quizás uno debería tomárselo como otra broma privada de un Quentin divertidísimo, que parece solamente haber utilizado a Brad Pitt como reclamo comercial de lo que es ya, la mas taquillera de sus obras.
En eso también parecen cambiar las intenciones del artista, aquí mas elegante y refinado, con un sometimiento de la puesta en escena delicioso, movimientos de cámara incluso depalmianos (el estreno de Stolz der Nation del ministro de propaganda nazi Goebbels en el local regentado por la judía vengativa Shosanna), travellings circulares y planos grandilocuentes que dan caché a un cineasta cada día mas completo y calibrado, estudioso aventajado del mundanal fílmico, cine dentro del cine, no es su obra maestra, ya lo dice Aldo Raine en momento clave del metraje, pero rediós cuanto he disfrutado jugando a este oficioso trivial del que Quentin Tarantino nos hace virtuales concursantes.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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LO MEJOR: El coronel Hans Landa (Christoph Waltz), sobre el papel Tarantino ha creado un monstruo que Waltz se encarga de potenciar en un memorable personaje que literalmente se zampa al resto del reparto, bien sea degustando cada palabra, bebiendo simplemente un vaso de leche o tomando un trozo de tarta, el actor austriaco lleva a cabo una impresionante caracterización del sádico y perspicaz cazador de judíos que seguramente tendrá un alto rango en la lista de figuras legendarias del mandato Tarantino. Las chicas, sobre todo Melanie Laurent, proyeccionista y canto del cisne a la exhibición cinematográfica.
AÚN MEJOR: La cuidada selección musical que van desde temas clásicos de Dimitri Tiomkin, unos títulos de crédito al son de The green leaves of summer de la mítica El Álamo, pasando por numerosos cortes del admirado Morricone, Il mercenario, Revolver, Allonsanfan (una lastima que el genial compositor romano no aceptara la oferta de Tarantino para componer el score original de Malditos Bastardos) hasta la brillante canción de David Bowie Putting out the Fire de la película Cat People, todos excelentemente integrados en sus maravillosos 153 minutos de borrachera audiovisual y creativa.
LO PEOR: Brad Pitt, no sabemos si por culpa de un papel inconsistente o por los defectos interpretativos de un bastardo innecesario y que se critique su intrascendencia cuando era, y debe seguir siendo, una de las peculiaridades básicas del universo Tarantiniano.
AÚN MEJOR: La cuidada selección musical que van desde temas clásicos de Dimitri Tiomkin, unos títulos de crédito al son de The green leaves of summer de la mítica El Álamo, pasando por numerosos cortes del admirado Morricone, Il mercenario, Revolver, Allonsanfan (una lastima que el genial compositor romano no aceptara la oferta de Tarantino para componer el score original de Malditos Bastardos) hasta la brillante canción de David Bowie Putting out the Fire de la película Cat People, todos excelentemente integrados en sus maravillosos 153 minutos de borrachera audiovisual y creativa.
LO PEOR: Brad Pitt, no sabemos si por culpa de un papel inconsistente o por los defectos interpretativos de un bastardo innecesario y que se critique su intrascendencia cuando era, y debe seguir siendo, una de las peculiaridades básicas del universo Tarantiniano.