En toda esta historia se mete Gerty (Kevin Spacey en la versión original), un ordenador que deja a los 386 con Windows 3.1 y MS DOS, como el último ordenador que debería haberse fabricado si es que el futuro de la informática es éste. Gerty es el ordenador (computador, sistema "loquesea", que cada cual lo llame como plazca) más anárquico y desquiciado que se pueda haber visto nunca. Un ordenador instalado en un trastorno bipolar que le hace fluctuar entre la mentira y el cariño. HAL se cagaría en su estampa. Capaz de hacer que decenas de clones vivan en una mentira lunática y luego, sin venir a cuento, vomitarles la verdad: sí, eres un clon, estoy aquí para servirte. Y, desde ese momento, entregarse a su "amigo" Sam, dándole palmaditas y poniendo caritas. Gerty es un auténtico gilipollas. Cuando se nos revela así, algunos nos decepcionamos porque la película prometía. Uno se espera a un completo "hijo de su madre" haciéndole mil perrerías a Sam para evitar que descubra la verdad. En lugar de eso, ni un impedimento pone. Es poco creíble, aunque no es justo hablar de credibilidad en una película de ciencia ficción, pero no me lo creo.

Lo bueno de todo esto, de que los obstáculos son pocos, de que la acción es sustituida por un rollo psico-dramático de "hola hija soy tu padre clon, estamos aquí unos cuantos padres tuyos y te mandamos saludos", es que sirve para disfrutar de la banda sonora de Clint Mansell. Porque, de verdad, al final ya no hace gracia. Yo con los clones, empatía cero. Les falta mala leche y son un poco pavos. "Sam, Sam, Sam, Sam"... Gerty es un coñazo y Sam no lo remedia, no le introduce una palanca en el puerto Ethernet y termina con él. "Gerty, no estamos programados, somos personas". Yo no estaba preparado para esto. Y mira que prometía, pero tanto clon y tanto lloriqueo han terminado por convertirme en un lunático. Gerty, a tí lo que te digo es: format c:\.