Entrevista con el Vampiro es, o debería ser por derecho propio, una película de culto. Responde a todas las exigencias de las cintas que entran dentro de esta clasificación, y además lo hace de un modo elegante y sorprendente. Los motivos por los que merece tal calificación podrían empezar por el propio género del filme, el género fantástico más que de terror, algo que se prodigia mucho en esas películas de culto, con todas sus virtudes y excesos, que en esta película se nos ofrecen como una auténtica cascada de emociones.
Al respecto, y como puntos flacos de la cinta, diría que hacia la mitad de la cinta, toda la parte europea y el innecesario epílogo final, son las partes más flojas de Entrevista con el vampiro, ya que pierden algo ritmo y coherencia narrativa conseguidas hasta entonces.
Pero la cinta de Neil Jordan posee muchas virtudes que merecen ser recordadas una a una, desde su impresionante diseño de producción, lujoso, decadente, profundamente barroco y gótico, que consiguen transportar al espectador visualmente con el flashback que es toda la historia, a un mundo oscuro y tenebroso poblado por poderosos vampiros en la sombra e ingenuos humanos a la luz de candilejas. La dirección, ya que Neil Jordan consigue dar un toque personal y profesional a una cinta en principio concebida como un espectáculo hollywoodiense pero mucho más arriesgada de lo que se creyó (sus escenas de masas son espectaculares, teniendo en cuenta que rueda en decorados, la manera en que rueda los encuentros entre Lestat y Loui y entre este y Armand están cargados de tensión y una extraña belleza violenta; sus secuencias de detalles como la vida familiar de los tres vampiros, el viaje a Europa o la maravillosa elípsis reservada para los amantes del cine y los amaneceres le sitúan como un auténtico genio), el guión, adaptado por la propia escritora Anne Rice, que supura fina ironía, tensión y amor perdido y las interpretaciones, Tom Cruise en un papel arriesgado que resuelve de forma camaleónica de una forma terrible e impresionante, en el papel menos agradecido de la función, gracias al patetismo y perdición, así como maldad y ambiguedad que lleva su personaje consigo; Pitt, como vampiro obligado a aceptar su destino eterno apartado de todos aquellos a los que quiso amar y no pudo; Dunst en la mejor interpretación de su carrera, infantil y malvada, pero cuyo personaje gracias a su portentosa inerpretación crece conforme avanza el metraje; y Banderas en un jugoso personaje oscuro y seductor.
Entrevista con el vampiro es además de todo esto una apasionante historia de bellas gárgolas con el corazón roto, perdidas no por su papel de asesinos en el mundo, sino por sus historias de amor, rotas, y eternas.