Basada en la novela autobiográfica de José Luis Coll, la primera película de Benito Rabal se ve que es un proyecto familiar encabezado por los padres del director y su hijo Liberto.
Es la visión, desde Cuenca, de la Guerra Civil Española vivida por un niño desde la retaguardia, las cartas del frente, los heridos, los amores incipientes y la esperpéntica ceremonia de la confusión. El niño en cuestión es Liberto Rabal, alter ego del propio Coll que por aquellos días vivía, huérfano de padre y con madre exiliada, con sus abuelos y tíos en la ciudad de las casas colgantes.

Dios, con fama de bondadoso, justo y piadoso, debe tener un hermano muy parecido que anda por ahí sembrando guerras y miserias para que el titular pierda crédito.
No aporta este film nada nuevo sobre lo ya conocido de la fraticida lucha, salvo la solvencia de parte del reparto.