Película de juicios, de testigos, de búsqueda de pruebas y de frustraciones. Telarañas jurídicas trenzadas por instituciones con intereses diversos: políticos-financieros; en los que la verdad deja de ser lo más importante, y llega a convertirse en un problema para los supuestos administradores de la Justicia Universal.

La rumana Anamaria Marinca pone cuerpo, y alma, a un personaje masacrado por la guerra, en este caso la de la antigua Yugoslavia, en su episodio serbio. La fiscal del Tribunal de la Haya (Kerry Fox) persigue la transparencia de unos hechos, que se centran en el terreno de las represalias sobre la población civil, que la permitirán castigar a un responsable criminal del ejército perdedor. Pero el camino de la restauración, para las víctimas, está lleno de guijarros; y en medio de la neblina de formularios y protocolos, hasta los más tenaces y comprometidos pueden tropezar.

Hay tramas, como la que nos cuenta Storm, que efectivamente no nos sorprenden. Se ha escrito, hablado y proyectado lo suficiente como para que no nos resulte nuevo.