En esta ocasión, Tim Burton no ha llegado a la altura que nos tiene acostumbrados. La magia de las 3D se come el ingenio habitual del creador de imágenes y la inventiva del guión, demasiado pendiente de los efectos posibles, es poco estimulante.
La libre adaptación del clásico de Lewis Carroll cuenta la historia de la joven, aburrida e inconformista Alicia que vuelve diez años después (sin recordar su primera estancia) al País de las Maravillas donde encontrará a viejos y olvidados amigos, y situaciones políticas que requerirán de su participación.

Tal vez por la falta de brillantes aportaciones, no sé si por respetar el espíritu de la obra original, Tim Burton se ha centrado en recrear la vida en un subsuelo más bien lóbrego, con escasos chispazos de luminosa rebeldía: la sabia oruga y el etéreo gato; conteniendo así su conocido volcán creativo.
Por supuesto que hay elementos de interés, algunos para viviseccionarlos, pero aún queda tiempo para que la inmortal obra del matemático y fotógrafo inglés encuentre una digna réplica en este nuevo mundo cinematográfico de las tres dimensiones, que sirve para mostrar ciertas cosas y ocultar algunas otras.