A medio camino entre una peli de Tony Scott y otra de Guy Ritchie está "La prueba del crimen", un molón thriller policial con deje Tarantinesco y un guión no excesivamente interesante. La mayor parte de los puntos fuertes de la historia suenan a ya vistos, los tiroteos salvajes se acumulan y hay más palabras malsonantes por minuto que en el "Casino" de Scorsese. Pero... ¡ojo! No faltan las virguerías auiovisuales: planos imposibles, montaje para personas con TDA, BSO ruidosa...

Y ahora hablemos de Paul Walker: sí, el chaval es un bollicao enamoraféminas, pero como actor alcanza niveles de sosería capaces de superar a los del mismísimo Keanu Reeves. Y aquí es el protagonista, queridos amigos.

Por otro lado, las trampas de guión -que no voy a enumerar- se acumulan, demostrando así la "inteligencia" del guionista.

Y aún así y con todo, la peli de marras tiene una escena genial en la que se trata a unos pedófilos como mucha gente los trataría...