Seré rápido: el film es adorable, conciso (sus 94 minutos de duración ayudan) y agridulcemente agradable. Por otro lado, reivindica a una mítica pareja que hace mucho que no se reevindica, complementa en cierto modo a la reciente BOHEMIAN RAPSODY en lo tocante a hablar del concepto de "el show debe continuar" y resulta un refrescante homenaje al cine clásico desde el mundo actual. Ahora bien - como mucho film oscarizable, a ratos linda lo cuasi sobremesero (linda, no toca). Eso sí: Reilly y Coogan están absolutamente brillantes y merecedores de múltiples premios. Te los crees juntos en momentos tranquilos y aún más realizando actos que realizaban Laurel y Hardy. En fin: un largo que puede ver cualquiera, tan triste como bonito (bonito entendido como diría tu abuela). Vamos, que es un "que grande en el cine" en toda regla. Estupenda.