La disgregación de un joven matrimonio es la base de esta estupenda película en la mejor tradición del cine indie "made in USA", a la que da puntos extra su magnífica pareja protagonista, que da lo mejor de sí para la credibilidad de la historia y el disfrute del espectador, destacando algo más si cabe el cada vez más imprescindible Ryan Gosling, pese a que la que haya conseguido ser nominada al Oscar haya sido su compañera de reparto, Michelle Williams, que ofrece su mejor papel hasta el momento.

La película cuenta además con una estructura narrativa que si bien no es novedosa (qué difícil que algo lo sea a estas alturas), funciona a la perfección mostrándonos en paralelo tanto los entusiastas inicios de la relación como el estropeado presente de la misma, donde el buen rollo inicial ha dado paso a la rutina, las discusiones acaloradas, la resignación, el fin de la pasión, el conformismo mal entendido, el peso de la responsabilidad al haber hijos pequeños de por medio, o el resquemor mútuo -silencioso o no- de muchas relaciones de pareja.

Entre las varias secuencias a destacar y que quedarán en la memoria del espectador, destaca la de la nemotécnica cantinela que nombra a todos los presidentes norteamericanos hasta la fecha, "interpretada" jubilosamente por ambos en la calle, a ritmo de banjo.