Nueva York, tradicional emplazamiento para todo tipo de desgracias colectivas, sufre una masiva oleada de apariciones espectrales. Eso hace que un grupo de parasicólogos monten un chiringuito de caza y captura de seres del más allá. Sin embargo, el mayor enemigo de esos tipos no son los divertidos y no tan divertidos fantasmas que pululan por la ciudad, sino la gente que piensa que todo es en realidad un timo.

Esta película y otras películas por el estilo siguen una de las máximas de la industria cinematográfica: el entretenimiento. No todo es realismo y seriedad, de vez en cuando no viene mal buscar el humor en el mundo de lo imposible; desde luego como comedia vale más que muchas otras basadas en el culo, caca, pedo, pis. Tal vez no tenga un guión muy elaborado, pero tiene situaciones geniales como todo lo relacionado con el maestro de las llaves y la guardiana de la puerta.

En cuanto a los actores, tal vez Bill Murray esté algo pasado de vueltas; pero, al igual que el resto de actores, cumple a la perfección el cometido de su personaje (incluyendo un Harold Ramis que nunca ha destacado como actor).

Mención a parte merecen la fabulosa canción principal, y un extraordinario Rick Moranis.