Tal vez me he demorado a la hora de realizar la crítica de esta película porque estaba esperando poder ver la de 1997 y así poder hablar con más razón si es posible. Lamentablemente vi ésta primero y la verdad es que me pegué tres días recordando escenas y diálogos de la misma, hasta la saciedad, sin ninguna gana de volver a verla. Pero cuando vi la del `97 sentí aún alguna revoltura de estómago, si bien no llegó al nivel de la americana (que vuelvo y repito cometí el gran error de ver primero).
No puedo criticar la película, más bien puedo describir aquello que sentí cuando la vi. Por un lado sentí pavor mezclado con repulsión; sentí odio mezclado con desasosiego; sentí desesperanza mezclada con tristeza; sentí repulsión, envidia, locura, miedo, emoción. A sí, sin contar con las lágrimas de impotencia que alguna escena consiguió arrancarme. Pero aún así, seguí en mis treces de seguir queriendo ver la del `97 por ver las asombrosas semejanzas que Haneke había hecho, calcando plano a plano esta segunda de la primera, varió algún detalle como marcas de móvil, tabaco, estufas por chimeneas, etc., queriendo darle un toque más americano y moderno que su predecesora. Pero se cargó con esta segunda algo que poseía su predecesora y era la frescura de un argumento original con unas interpretaciones limpias de todo sentimiento (a parte de la desesperación), por un elenco de actores más inclinados al drama que le hicieron perder frescura.
Por ello, si a su predecesora hubiera de darle un sobresaliente, esta por lo comentado le rebajaría eso dos puntos menos que le doy.
En fin, no se la recomendaría a nadie, ni a mi peor enemigo, porque traumatiza un rato largo y la verdad es que ya hay suficientes "trabados" en este mundo para que encima haya más. Sin embargo, no puedo menos que reconocer que es una gran película.