Disfruté ayer viéndola, aunque al mismo tiempo, pensando en ser yo una posible víctima de situación similar.
Me encantó la propia mansión de los Rose y me hizo recordar a esos dos políticos de actualidad que acaban de comprarse una mansión de cientos de miles de euros para criar a sus hijos en un entorno adecuado, disfrutando del contacto con la naturaleza... El día que se separen, si eso llegara a suceder, Dios no lo quiera... ¿Pasaría lo mismo que en La Guerra de los Rose? Da miedo ¿Verdad?

Michael Douglas y Kathleen Turner, memorables en este despropósito dirigido con pulso firme a finales de los ochenta por el astro de la comedia, Danny DeVito... ¡¡AY, CÓMO HEMOS CAMBIADO!!