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PADRE FLANAGAN rating:
7
![](https://filmaffinity.com/images/myratings/7.png)
7.1
1,941
Drama
Wajda directs his camera toward the social upheaval and political treachery of the French Revolution, and by doing so, draws an obvious allegory to the political situation in his native Poland in the 1980s. Depardieu is the boisterous people's champion, Danton, who is betrayed by the coldly civilized Robespierre as they maneuver for leadership of the New Republic.
Language of the review:
- es
March 6, 2011
18 of 20 users found this review helpful
Si esta película tiene un defecto es que su acción arranca directamente en medio del período más dramático de la Revolución Francesa (y por eso mismo el más cinematográfico), es decir el del Terror, sin siquiera un texto introductorio que permita situar al espectador. Como consecuencia, éste puede encontrarse desorientado y no entender en un principio qué es exactamente lo que está pasando, si bien la información que la acción le va transmitiendo le ayudará a ir comprendiendo el momento histórico que se describe. Naturalmente, lo tendrá más fácil si tiene cierto conocimiento previo del periódo en cuestión. En ésto, DANTON no es muy diferente de otras obras de Wajda, como la reciente KATYN, aunque también se asemeja al cine político de Costa-Gavras (Z, LA CONFESIÓN, ESTADO DE SITIO), lo cual no es casualidad pues nos encontramos ante una película que conjuga drama histórico y análisis político.
Todo gira en torno al enfrentamiento entre las dos facciones de los radicales revolucionarios jacobinos, dueños del poder tras haber abolido la monarquía y haber guillotinado a Luis XVI y a María Antonieta, facciones personificadas en sus dos líderes, hasta entonces íntimos amigos y paulatinamente enemigos irreconciliables: Robespierre y Danton. El primero es el hombre fuerte del nuevo gobierno, tan fanáticamente defensor de los principios democráticos (libertad, igualdad, fraternidad) y de la pureza revolucionaria que paradójicamente, para preservarlos de sus enemigos, recurre al engaño, a la censura, a la tiranía y al terror, enviando a miles de personas a la guillotina. Danton, por su parte, idolatrado por las clases populares cada vez más hostiles hacia Robespierre, tiene la lucidez de advertir y denunciar el rumbo criminal que ha tomado la revolución (un rumbo del que él también es parcialmente responsable), y se dispone, con sus partidarios, a combatir a Robespierre.
Todo gira en torno al enfrentamiento entre las dos facciones de los radicales revolucionarios jacobinos, dueños del poder tras haber abolido la monarquía y haber guillotinado a Luis XVI y a María Antonieta, facciones personificadas en sus dos líderes, hasta entonces íntimos amigos y paulatinamente enemigos irreconciliables: Robespierre y Danton. El primero es el hombre fuerte del nuevo gobierno, tan fanáticamente defensor de los principios democráticos (libertad, igualdad, fraternidad) y de la pureza revolucionaria que paradójicamente, para preservarlos de sus enemigos, recurre al engaño, a la censura, a la tiranía y al terror, enviando a miles de personas a la guillotina. Danton, por su parte, idolatrado por las clases populares cada vez más hostiles hacia Robespierre, tiene la lucidez de advertir y denunciar el rumbo criminal que ha tomado la revolución (un rumbo del que él también es parcialmente responsable), y se dispone, con sus partidarios, a combatir a Robespierre.
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Spoiler:
Sin embargo, Danton, demasiado seguro de sí mismo y de sus fuerzas, también porque un temoroso y dubitativo Robespierre se resiste a tomar medidas contra su viejo amigo y camarada (al que le enfrenta no la ideología, ya que los dos comparten la misma, sino los métodos), acaba dejando que aquél le tome la delantera y termine ordenando su detención y proceso. Un proceso totalmente amañado en el que quedará en evidencia cómo el poder (Robespierre) retorcerá uno a uno todos los ideales que dice defender para inculcarlos y condenar a muerte a Danton y a sus infelices partidarios, que acabarán todos guillotinados.
No es difícil constatar, situándonos en la época y en el contexto en que fue realizada, que DANTON no es simplemente un drama sobre la Revolución Francesa, sino que su alcance es universal. Es fácil advertir paralelismos con la situación de Polonia en aquel momento, con el enfrentamiento entre el sindicato Solidaridad y el gobierno comunista de Jaruzelki (no olvidemos que la película es una coproducción franco-polaca, aunque por razones obvias no se pudo estrenar en Polonia hasta bastantes años más tarde). En resumidas cuentas, viene a decirnos Wajda, hasta los más excelsos ideales de libertad, justicia y progreso se ven degradados y mancillados cuando sus abanderados llegan al poder: el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. La Revolución, como el dios mitológico Saturno, acaba devorando a sus hijos: Danton muere en la guillotina y, en la última escena, Robespierre comprende, aterrorizado, que muy pronto él y los suyos, que han puesto en marcha un monstruo que no son capaces de detener, correrán la misma suerte.
Impecable en todos los aspectos la recreación del Paris revolucionario, de la Convención (patético antecedente de los parlamentos democráticos de hoy en día) y de los tribunales revolucionarios, con esa miríada de personajes que van de una lado para otro, discuten, conspiran y vociferan, encarnados por un notable y numeroso plantel de actores franceses y polacos. Hay quien dice que le falta presupuesto, y a mí me parece que no es así. Es cierto que apenas hay exteriores, ni grandes decorados, pero es que tampoco hacen falta para lo que se está contando.
A destacar, claro está, la desbordante actuación de Gerard Depardieu como el vociferante y cada vez más desaliñado Danton y la del para nosotros desconocido Wojciech Pszoniak (habitual de Wajda) haciendo del atribulado y atildado Robespierre.
No es difícil constatar, situándonos en la época y en el contexto en que fue realizada, que DANTON no es simplemente un drama sobre la Revolución Francesa, sino que su alcance es universal. Es fácil advertir paralelismos con la situación de Polonia en aquel momento, con el enfrentamiento entre el sindicato Solidaridad y el gobierno comunista de Jaruzelki (no olvidemos que la película es una coproducción franco-polaca, aunque por razones obvias no se pudo estrenar en Polonia hasta bastantes años más tarde). En resumidas cuentas, viene a decirnos Wajda, hasta los más excelsos ideales de libertad, justicia y progreso se ven degradados y mancillados cuando sus abanderados llegan al poder: el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente. La Revolución, como el dios mitológico Saturno, acaba devorando a sus hijos: Danton muere en la guillotina y, en la última escena, Robespierre comprende, aterrorizado, que muy pronto él y los suyos, que han puesto en marcha un monstruo que no son capaces de detener, correrán la misma suerte.
Impecable en todos los aspectos la recreación del Paris revolucionario, de la Convención (patético antecedente de los parlamentos democráticos de hoy en día) y de los tribunales revolucionarios, con esa miríada de personajes que van de una lado para otro, discuten, conspiran y vociferan, encarnados por un notable y numeroso plantel de actores franceses y polacos. Hay quien dice que le falta presupuesto, y a mí me parece que no es así. Es cierto que apenas hay exteriores, ni grandes decorados, pero es que tampoco hacen falta para lo que se está contando.
A destacar, claro está, la desbordante actuación de Gerard Depardieu como el vociferante y cada vez más desaliñado Danton y la del para nosotros desconocido Wojciech Pszoniak (habitual de Wajda) haciendo del atribulado y atildado Robespierre.