Kate es la chef de un conocido y respetado restaurante, donde practica su cocina de alto nivel. Su temperamento le trae algunas complicaciones de vez en cuando, pero nada grave en general. El férreo control que ejerce sobre su cocina es fiel reflejo de su personalidad que busca controlarlo todo, sin dejar espacio para relaciones que superen lo estrictamente profesional. Todo esto cambiará cuando por un triste suceso deba hacer sitio en su vida a otra persona. Trastocando toda su existencia bajo control. Trayéndole un nuevo y desconocido mundo donde los imprevistos son posibles, pero aun a riesgo de que todo se desmorone, podría ser lo necesario para encontrar la felicidad.
Lo primero que hay que aclarar es que esta no es una comedia romántica más. En realidad, es más bien el drama de una mujer, atrapada en su propio mundo perfecto en el cual ella lo controla todo y no permite que nada ni nadie lo cambie. Hay fragmentos donde podrás reír, pero sobre todo donde podrás apreciar lo cruda que puede llegar a ser la vida. Hay una escena que se repite varias veces y nos da una idea de como puede ser de obsesiva con el trabajo Kate y olvidar los demás aspectos de la vida. Es la escena de llegar a casa y revisar los mensajes. El único mensaje que recibe es de su hermana.
La historia fluye a través de varios días en la vida de Kate. El director sabe colocar sus piezas correctamente y transmitirnos la necesidad de un cambio en la vida de Kate. No sabes que es, pero algo no funciona. Lo que no te esperas es que sea mediante la inclusión de una joven, que vive momentos muy duros. Todo el drama viene de una Kate que es incapaz de llegar a incluir a esta joven en su vida, y lo que parece llevar peor, incapaz de alimentarla. La comedia sin embargo, viene de la mano de Aaron Eckhart que viene a completar la pinza que coja el mundo de Kate y lo vuelve del revés, pues es un cocinero especializado en comida italiana, puesto a complementar la cocina perfecta de Kate, nótese la ironía, que con su carisma personal y calidad profesional no puede evitar revolucionar la cocina.
Quitando a Kate que es un personaje extensamente detallado y muy bien definido, el resto de personajes son casi unos desconocidos. Esto dificulta en algunos momentos entender las decisiones que toman y por eso sus actos a veces parecen caprichosos y erráticos. Y no me refiero solo a la sobrina de Kate, aunque ella es un claro ejemplo. Si algo salva a esta metódica y a veces lenta película es la interpretación de los tres actores principales. Tanto Catherine Zeta-Jones como Aaron Eckhart y Abigail Breslin sacan a flote este barco, añadiendo un poco de salsa a una historia que le cuesta brillar.