Interesante thriller. Y ello pese a adolecer de ciertas incongruencias, concretamente todas las que se derivan de la pasividad de las autoridades, cuando no su flagrante connivencia, ante los manejos paralegales del asustado "señor abogado". Perdonadas aquellas en tanto licencias cinematográficas, destaquemos la eficacia próxima a la brillantez con que J. Lee Thompson teje el suspense.
Tres, creo, son los aspectos más relevantes de "El cabo del terror". El primero, la muy correcta fotografía en blanco y negro, con instantes de admirable virtuosismo "noir". Segundo, el "score" compuesto por Bernard Herrmann, si bien es cierto que, de tan similar al de "Vértigo", éste raya en el autoplagio. El tercero y más prominente, el aterrador villano compuesto por Robert Mitchum. Mucho más mesurado que la desquiciada interpretación que del mismo personaje hiciera Robert De Niro treinta años después, su Max Cady necesita muy poco para dejarnos helados en su imponente presencia. Tan sólo la turbia sonrisa y esa mirada suya nublada de cannabis. La comparación retrata al sobrevalorado histrión De Niro. Pero es que también deja en mantillas al íntegro padre de familia característico de Gregory Peck- insisto en mi creencia de que le falta cintura para historias de este sórdido pelaje-.
Queda resaltar finalmente una imagen curiosa, la de Telly Savalas peinando a la gomina una hermosa mata de cabello. Impactante, sin duda. "El cabo del terror", en ocasiones, también.