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Spain Spain · Valencia
Carorpar rating:
6
Drama. Mystery An exiled Argentinean returns home after living in Spain for more than 30 years to help find the remains of a political activist who disappeared during the Junta dictatorship.
Language of the review:
  • es
October 21, 2018
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Cuando joven hijo de una familia burguesa –si bien, por desgracia, no de esa “clase media trabajadora” cada uno de cuyos miembros, según algunas de nuestras luminarias neoliberales, se aprieta 140.000 pavos anuales–, me preocupaban sobremanera la plusvalía y las condiciones objetivas de la revolución. Ya talludito y, por ende, lo bastante atareado como para regalar una sola hora (más) de sueño al materialismo histórico y a la propiedad de los medios de producción, todo aquello no me induce sino una pereza paralizante.
Así las cosas, la sinopsis argumental de “Los condenados” no resultaba particularmente tentadora. Me barruntaba –me temía– una apología infumable, nostálgica de las correrías guerrilleras del pasado siglo, pródigo en ocurrencias. Sin embargo, he decidido darle la oportunidad que todos –y todo– merecemos y, la verdad, no me arrepiento. Principalmente porque el desencanto propio al que antes aludía es el mismo que traslucen la historia y los personajes de la cinta de Isaki Lacuesta, de hecho su hilo conductor. Éste se manifiesta no sólo en unos diálogos en los que cada frase –más que pronunciada, arrojada contra las conciencias de los interlocutores– tiene la sonoridad de un tiro en la nuca, sino también en el rostro, tallado como a machetazos, casi una calavera, de su derrotado protagonista, un extraordinario Daniel Fanego.
La precariedad presupuestaria, de la que “Los condenados” logra salir a flote muy a duras penas pero que aporta a sus imágenes una textura terrosa ciertamente ilustrativa, parece trasunto de la carestía en que se ahogara buena parte de aquellos movimientos, o de la connatural a cualquier excavación arqueológica, de las promovidas por nuestras maltratadas universidades públicas al menos.
Lacuesta guarda un as en la manga: el monólogo con el que Bárbara Lennie pone broche de oro a la película, tapando bocas y cerrando heridas en una sobrecogedora apelación al sentido común y al respeto debido a quien únicamente quiere vivir su vida, ajena a cosmovisiones y mesianismos trasnochados. Con desprender sus palabras una intensidad sísmica, es en su mirada al rojo donde radica el doliente apasionamiento de su alegato. En rigor, se trata de una conversación con el viejo revolucionario encarnado por Fanego, pero éste se mantiene fuera de plano y en reverencial silencio mientras la supuesta burguesita acomodada le canta las verdades del barquero, diríase que también él consciente de estar asistiendo a un momento definitivamente sublime.
Carorpar
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