Imagínense a los dos padres del psicoanálisis ¿Cuál fue su relación? ¿Cuál su unión? ¿Cuál su ruptura?

Es lo que David Cronneberg nos quiere ilustrar en “Un método peligroso”. Para ello añade un tercer elemento que es distorsionante y con mayor influencia que la propia Historia le ha querido dar: Sabina Spielrein. Paciente de Jung y luego su amante y, posteriormente, una de las mejores discípulas de Freud.

No sólo es una cuestión sexual lo que quiere mostrar sino es la defensa de diferentes métodos de aplicación de la psicología, con un elemento sexual bastante fuerte.

Pero eso no nos debe llevar no sólo a centrarnos en la relación adultera de Jung y Sabina, sino en la relación de Freud y Jung como maestro discípulo y el cambio en esta, evolucionando hacia una ruptura de amistad y pensamiento con el dolor que supuso dos corrientes. Y una tercera relación entre Freud y Sabina mucho más intelectual.

El gran revulsivo que produce la catarsis de la historia es Otto Grass, personaje extremo que desencadena toda la cascada de acontecimientos.

El guión de Christopher Hampton basado en su propia obra de teatro está perfectamente unido y no parece perder en su salto a la gran pantalla.

La actuación del trío protagonista es acorde a las edades de los tres personajes en ese momento. Un Viggo Mortensen metido en la piel de un Freud ya maduro, Michael Fassbender en un treintañero Jung que se replantea su vida tanto profesional como personal (siendo uno de los actores con mayor proyección del panorama actual) y Keira Knightley en un personaje muy extremo que realiza con precisión aunque hay momentos que rallan el ridículo sin caer en él.