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Spain Spain · Zaragoza
Juan Solo rating:
7
Romance. Drama Alexandra and Sergi make love in their tiny Barcelona apartment. They’ve decided to have a baby, but find their plans dashed when Alex receives an offer for an artistic residency in Los Angeles. Understanding this may be Alex’s last chance to re-launch her photography career, the couple decides to put their plans on hold for a year. Separated by 10,000 kilometers, Alex and Sergi must rely on virtual communication to keep the flame of ... [+]
Language of the review:
  • es
November 9, 2014
6 of 7 users found this review helpful
Ignoro hasta qué punto lo que nos propone una película como “10.000 km” puede calificarse de original. No dispongo de datos suficientes para saber si se ha hecho antes un film como éste que nos cuenta una historia apoyándose en las nuevas tecnologías informáticas como casi único recurso expresivo. El cine ya se fijó hace tiempo en las enormes posibilidades que le da Internet y hemos visto muchas veces cómo recurre a este nuevo filón como un complemento narrativo. En “10.000 km”, Internet no es un complemento, es un todo.

Nos encontramos aquí un argumento que funciona casi a modo de simple excusa; tenemos a Alex y a Sergi, una joven pareja residente en Barcelona, obligada a separarse por motivos laborales, a ella le ofrecen un contrato de trabajo en Los Ángeles, y no están los tiempos como para rechazar nada. Él se quedará en Barcelona preparando oposiciones. Siempre les quedará el ordenador. La distancia, en efecto, es el olvido, pero de un tiempo a esta parte mucho menos. Lo que acojona no son los 10.000 km mencionados en el título, que a fin de cuentas a día de se reducen a la nada a un golpe de click; lo que causa verdadero pavor son en realidad los 365 días que durará la separación. Un año es demasiado tiempo sin besarse, sin tocarse, sin sentir el aliento del otro.

El principal mérito del debutante Carlos Marqués Trecet a la hora de poner en pie esta película ha sido el de no caer en la reiteración – a la que tanto se prestaba su propuesta-, tampoco en la monotonía ni en el hastío en la que a veces inevitablemente vemos sumidos a los protagonistas. Y todo esto se consigue a base de un argumento sutil que explora desde su modélico prólogo las relaciones de pareja en el mundo actual, estructurado en forma de diario para que entre todos contemos los días y las horas que faltan para el ansiado reencuentro. Son sensaciones, estados de ánimo que van deslizándose a la par que el tiempo implacable. En su particular relación cibernética, los amantes se nos muiestran unas veces eufóricos, otras cansados y a punto de tirar la toalla, apáticos, alegres tristes. Hay de todo. A diferencia del experimento temporal de Linklater en “Boyhood”, esto no es el “top ten” de los momentos de una vida escogidos a conciencia. La vida no es una sucesión de planos montados uno detrás de otro; la vida es un plano secuencia.
Juan Solo
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