Los episodios bélicos sucedidos en el Pacífico tras los acontecimiento de Pearl Harbour forman parte de una realidad épica mil veces llevada a la gran pantalla.
La película contempla la peripecia y los horrores de la guerra pero también refleja la cuestión humana buscando ese equilibrio capaz de cautivar al patio de butacas y generar un ambiente de predisposición favorable a la Armada.
El largometraje presenta escenas de dramático realismo, de heroicidades personales y del sentido colectivo por encima de lo individual como expresión de uno de los mayores valores del ejército.
Trama muy bien construida, ritmo dinámico, interpretación adecuada y una dirección muy ajustada -a cargo del experimentado J. Pevney.- y muy propicia a los propósitos de la filmación