Nos hallamos ante otra aclamada obra de un Méliès que por aquel entonces se encontraba pletórico y ocupaba un destacado lugar en la vanguardia de la cinematografía mundial.
Se trata de una producción en la que predomina el tono cómico en el contexto argumental de los inventos y de la experimentación científica que tanto gustaba al director francés.

La película hace honor al título.
Sólo como un viaje imposible pudieron juzgar los primeros espectadores estas imágenes cuando las vieron proyectadas en cualquier sala de principios de siglo.