La familia Baldwin tiene un punto desagradable que les ha permitido mantenerse en la industria del cine, más que nada en producciones de baja calaña, durante décadas. La última cosita de la familia nos llega protagonizada por Daniel, estupendo como psicópata de turno en uno de los papeles más asquerosos y desagradables de los últimos años. Con un gore nada sutil, unas interpretaciones enfermizas y una cámara de lo más inteligente, A darker reality no llegará a gozar el éxito merecido por esas cuestiones del destino que uno no comprende. La historia de dos hermanos zumbados que secuestran, violan, degradan y matan a decenas de jóvenes americanas podría ser más de lo mismo, ya visto cientos de veces, pero el director se recrea en lo desagradable de forma prácticamente insoportable a ratos componiendo una pesadilla en la que aunque sobran piezas, como el presidiario Quail, demasiado presente en la cinta, demuestra un talento degustable desde luego sólamente por estómagos acostumbrados a este tipo de pelis.
No recomendable en absoluto para personas impresionables, la mayoría del público la detestará sin pararse a reflexionar sobre esas realidades aún más oscuras que el cine de terror sigue-gracias a Dios-descubriéndonos cada poco.
Lo mejor: Es asquerosamente insoportable a ratos. Baldwin, merecedor de un hueco entre nuestros psico killers favoritos.
Lo peor: La falta de pericia a la hora de contar determinadas cosas. Deja claro que donde el director se siente cómodo es bordeando los límites del gore.
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