Retrato de un secuestro que duró 3096 días justos, el de Natascha Kampusch, que Horman hace sublime huyendo de todo el amarillismo y terror vacío que podría haber usado, para hacer una cinta de silencios, de miradas y gestos más que de diálogos. La interpretación de la protagonista, tanto por la adolescente como por la niña roza lo sobrenatural y el calvario que la pobre chica pasó en manos de un zumbado que no pudo resistir que huyera y se lanzó al tren está contado sin alardes de tortura, sin violencia extrema. Arranca los lagrimones inevitablemente, pero lejos de ser una cinta ñoña es una auténtica obra maestra.
Fotografía, imagen, sonido y recursos técnicos impecables.
Muy buena, en serio.
Lo mejor: Natascha de niña manteniendo la mirada a la cámara en un primerísimo plano suplicando volver con su madre, con la que discutió el día de su secuestro.
Lo peor: El tono de "basado en hechos reales" puede hacernos pensar en Antena 3 a las 4 de la tarde. Nada más lejos.
La partitura final es impresionante.
Qué gozada...