Robert Aldrich es uno de esos directores que sin estar lo suficientemente considerado ha rodado algunas de las mejores películas de la historia.
"Canción de cuna para un cadáver" se considera poco menos que una de sus obras menores, de manera absolutamente injustificada, tal vez por estar rodada sólo dos años después de su gran obra maestra, "¿Qué fue de Baby Jane?".
En esta película, igual que sucedía con aquella, brilla con luz propia una de las mejores intérpretes que ha dado el séptimo arte, la inconmensurable Bette Davis, arropada, en lugar de por la Crawford, por ese gorrioncillo de cara benigna de Olivia de Havilland, igual de estupenda que en su papel de Melania Wilson y un reparto fabuloso desde el primero al último.
Pero interpretaciones aparte si algo cabe mencionar de la cinta es su asombrosa fotografía en blanco y negro, de lo mejorcito que he visto jamás, con unos efectos de luces y sombras absolutamente apabullantes.
Pues eso, que esta "obra menor" está a la altura de las grandes y de hecho debería ser considerada como tal.
Recomendable por completo.
Lo mejor: Bette Davis, de infarto. Las sombras más perfectas de la historia del cine.
Lo peor: Que no esté considerada como lo que es, una obra maestra del cine de suspense.