Anterior cronológicamente a Infinity war y Endgame, Viuda Negra llega años más tarde para profundizar en el personaje de Natasha Romanoff. Y demuestra que este rol clave de los Vengadores bien merecía una historia propia.

La cinta sabe jugar bien sus cartas y se inicia con ese componente nostálgico que dibujará una sonrisa en aquellos que ya echaban de menos las tramas del MCU (Universo Cinematográfico de Marvel). Arranca nombrando a los protagonistas de otras entregas, lo que despierta la melancolía y aumenta las ganas de adentrarse en el nuevo relato.

Técnicamente, como viene siendo costumbre en los títulos con sello Marvel, es impecable. Los efectos especiales, la banda sonora y la cantidad de acción sigue siendo espectacular y hasta hace pasar por alto el surrealismo de algunos momentos. Pero, sorprendentemente, esta propuesta no se queda en eso y aporta una de las narrativas más emocionales de la saga, dejando claro que escarbar en el pasado de Viuda Negra es todo un acierto para inaugurar el verano con la característica película de superhéroes.

Scarlett Johansson y Florence Pugh deslumbran con sus papeles que no resultan forzados ni sexualizados como en crónicas semejantes. Es de agradecer que el film no intente subrayar exageradamente un feminismo mal entendido y que simplemente muestre a un grupo de mujeres capaces de valerse por sí mismas y luchar contra un sistema injusto (quizá en relación a eso, alguna conversación explícita pueda resultar hiriente, aunque el tono general es suave).

El drama familiar se resuelve de manera muy convincente en un guion bastante bien estructurado. Los flashbacks están colocados con tino y permiten un desarrollo coherente y progresivo. Y aviso para navegantes: hay que aguantar hasta el final, pues la escena post-créditos deja una pista sobre los siguientes pasos que seguirá Marvel Studios.

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