¡Venga ya! ¿Nadie se ha dado cuenta de esos planos en las escenas de lucha tan bien medidas que te dejan claro un mensaje de "mirad las caras de nuestro casting, ellos se han currado este trabajo, ellos están peleando"?

Dirigida por una mano artística, Matrix se queda con un puesto muy alto en mi lista de películas de ciencia-ficción preferidas. Un guión brillante y casi sin un solo agujero (y el que tiene es mísero), una actuación que impacta y unos efectos especiales que te dejan claro cuáles son las intenciones de esta película.

Una película de acción, sí, pero esto no es Batman v Superman; no es espectáculo por espectáculo. En Matrix, la trama se te cuenta desde un principio y la historia a cuentagotas. Vas a tener que armarte de coraje y de paciencia para querer seguir adelante sin morderte las uñas; se toma su tiempo y avanza a un ritmo impresionante que hace que dos horas y pico de cinta te hagan sentir como que sólo ha durado una.

El detalle de las artes marciales que comentaba arriba me ha parecido enriquecedor: Keanu Reeves se desfasa en su papel de Neo, acompañado por Laurence, Carrie y Hugo Weaving que interpretan personajes carismáticos, fuertes y muy bien integrados en la historia. Además, Matrix sabe hacerte sentir ternura a través de diálogos discutiendo sobre cuentos o una clara referencia en cierto punto cercano al final de la película.

Además, la acción de Matrix, aunque con sus momentos de querer sacarse la chorra, tiene un motivo de ser. La música, los colores y las luces que se utilizan en cada escenario y la forma en que se juega con el ambiente están claramente inspirados en películas como "Alien" o "Blade Runner", pero consiguen crear su propio estilo y de todo este mejunje sale una obra maestra. ¿Perfecta? No, pero casi.