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rouse cairos rating:
7
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February 28, 2010
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En una atmósfera nostálgica y por momentos claustrofóbica, la película nos introduce en una ciudad argentina en los años setenta, vista desde la nostálgica perspectiva del recuerdo. En espacios que no van más allá de la vereda, la escuela o el campito de juego, la historia transcurre en los reconocibles “años de plomo” de la dictadura militar en esa época. Como un monstruo apenas entrevisto, los indicios externos son un dato en voz baja, una mirada temerosa, un portón vigilado, personajes armados ajenos al barrio que actúan por las noches.
Inconsciente de esto, Andrés vive con su madre separada y un hermano adolescente, mientras sus días transcurren acorde a los de un chico de su edad. La inesperada muerte del sostén familiar lo lleva a mudarse a la casa de su abuela Olga, sumisa y protectora. Allí convivirá con su padre violento y distante, mientras que sus progresivos descubrimientos y preguntas no encontrarán eco.
A la película de Bustamante le interesa registrar esa interacción de dos mundos opuestos: la frescura ambivalente de la infancia y el costado siniestro de una época. Dos extremos que sin embargo están muy cerca, porque en la rutina del barrio funciona un centro clandestino de detención, de cuya existencia nadie habla. En ese marco, mientras todos conviven con esa información convertida en un secreto conocido y negado, se construye la metáfora más fuerte de la película, la de la negación de todo el cuerpo social.
Manteniendo la mirada de Andrés por encima de cualquier otra, el relato no tiene siempre el mismo ritmo, es irregular, con momentos notables y otros simplemente buenos.
Lo mejor está en la reconstrucción de una época donde no hay celulares ni computadoras pero las incansables manos infantiles pulsan botones para armar figuras con piezas de distintos colores adentro del líquido encerrado en una cápsula.
Las pérdidas, descubrimientos y transformaciones del protagonista tienen su eco en el cuaderno escolar, un acertado leit-motiv que da unidad estética a la estructura de la película desde el mismo afiche, construido con caligrafia infantil. Unidad visual, muy trabajada cromáticamente donde predominan los sepias y pasteles agrisados. Los créditos se van deslizando como pasando las hojas de un cuaderno escolar, hasta el mismo cierre donde se instala un expresivo manchón sobre dibujos y palabras.
Inconsciente de esto, Andrés vive con su madre separada y un hermano adolescente, mientras sus días transcurren acorde a los de un chico de su edad. La inesperada muerte del sostén familiar lo lleva a mudarse a la casa de su abuela Olga, sumisa y protectora. Allí convivirá con su padre violento y distante, mientras que sus progresivos descubrimientos y preguntas no encontrarán eco.
A la película de Bustamante le interesa registrar esa interacción de dos mundos opuestos: la frescura ambivalente de la infancia y el costado siniestro de una época. Dos extremos que sin embargo están muy cerca, porque en la rutina del barrio funciona un centro clandestino de detención, de cuya existencia nadie habla. En ese marco, mientras todos conviven con esa información convertida en un secreto conocido y negado, se construye la metáfora más fuerte de la película, la de la negación de todo el cuerpo social.
Manteniendo la mirada de Andrés por encima de cualquier otra, el relato no tiene siempre el mismo ritmo, es irregular, con momentos notables y otros simplemente buenos.
Lo mejor está en la reconstrucción de una época donde no hay celulares ni computadoras pero las incansables manos infantiles pulsan botones para armar figuras con piezas de distintos colores adentro del líquido encerrado en una cápsula.
Las pérdidas, descubrimientos y transformaciones del protagonista tienen su eco en el cuaderno escolar, un acertado leit-motiv que da unidad estética a la estructura de la película desde el mismo afiche, construido con caligrafia infantil. Unidad visual, muy trabajada cromáticamente donde predominan los sepias y pasteles agrisados. Los créditos se van deslizando como pasando las hojas de un cuaderno escolar, hasta el mismo cierre donde se instala un expresivo manchón sobre dibujos y palabras.
SPOILER ALERT: The rest of this review may contain important storyline details.
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Spoiler:
La historia conmueve, sorprende y deja mucho que pensar. Entre sus trazos sutiles y gruesos encontramos variantes que nos hacen deglutible la amargura: momentos de poesía en
pequeños detalles como las burbujas gigantes, las bolitas de cristal o la decisión de liberar al más débil en la ficción del juego infantil de policías y ladrones.
Son acertados y disfrutables los breves toques de humor en la clase de música, los juegos infantiles y familiares, como la improvisada coreografía entre Andrés y su madre, cantando en la cocina. Con un comienzo y una primera parte muy sólidos, algo que se recupera en el cierre, donde los últimos minutos del film tal vez sean los más interesantes porque llevan implícitos la inducción sobre el futuro de Andrés.
Una película dolorosa y necesaria como un cauterio, aunque falte catarsis liberadora para tanta violencia y emoción contenidas, donde la reflexión deja un nudo en la garganta y queda pesando como una piedra hirviente sobre el corazón.
pequeños detalles como las burbujas gigantes, las bolitas de cristal o la decisión de liberar al más débil en la ficción del juego infantil de policías y ladrones.
Son acertados y disfrutables los breves toques de humor en la clase de música, los juegos infantiles y familiares, como la improvisada coreografía entre Andrés y su madre, cantando en la cocina. Con un comienzo y una primera parte muy sólidos, algo que se recupera en el cierre, donde los últimos minutos del film tal vez sean los más interesantes porque llevan implícitos la inducción sobre el futuro de Andrés.
Una película dolorosa y necesaria como un cauterio, aunque falte catarsis liberadora para tanta violencia y emoción contenidas, donde la reflexión deja un nudo en la garganta y queda pesando como una piedra hirviente sobre el corazón.