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daci rating:
4
6.0
40,190
Thriller
A shooting, 3 bodies and a witness who managed to get away... Inspector Santos Trinidad, a veteran policeman, drinks too much and works too little. Maybe to forget he was once a model officer at the Intelligence Unit now downgraded to the Missing Persons Unit. Events turn sour one night and Santos finds himself implicated in a triple homicide in an after-hours club. Santos cleans up the crime scene and starts the hunt for the only ... [+]
Language of the review:
- es
September 25, 2011
358 of 461 users found this review helpful
La tercera colaboración del tándem Enrique Urbizu-José Coronado ha resultado ser una dolorosa decepción para un servidor, fan del director vasco y que disfrutó bastante con las notables La caja 507 y La vida mancha. En efecto, No habrá paz para los malvados se presenta en su engañoso trailer -y van…- como un thriller vigoroso de acción y emoción a raudales, cuando en realidad estamos ante una película bastante taciturna que reduce su Rock & Roll tan sólo a dos escenas -una al principio y otra al final-, y que destina el grueso de su historia a mostrarnos una farragosa investigación policial sobre drogas y terrorismo islamista con ecos del 11-M. Una investigación esta que se desarrolla de forma bastante lenta y confusa y que provoca el paulatino desinterés del espectador, perdido de ver cómo van y vienen por una parte, la juez Chacón -Helena Miquel, la revelación del film- y por otra, el duro policía Santos Trinidad -un malote José Coronado-, para encontrarse con este y con aquel para obtener información sobre los criminales. Una falta de claridad argumental que provoca que uno al final desconecte por aburrimiento y que esté más pendiente de fijarse en detalles triviales, como contar los cubatas que se casca durante toda la película Santos, o el hecho de que fume en los bares y nadie le diga nada. Y no por miedo a que les pegue un tiro, sino porque en la época del rodaje -mayo-junio-julio de 2010- aún se podía.
Tampoco se puede decir que los personajes están muy bien dibujados en la historia, incluso el del propio Santos. Y es que Urbizu y su guionista Michel Gaztambide, en un exceso de celo por escamotearle al espectador información sobre el protagonista y darle así misterio, lo que consiguen en realidad es dificultar la identificación del público con él; ya bastante cuesta arriba desde los cinco minutos de metraje tras verle asesinar como un psicópata a tres personas a sangre fría y sin motivo aparente. Por mucho que luego descubramos que las víctimas no eran hermanitas de la caridad precisamente, o que antes de ser abandonado por la suerte y el desodorante, Santos fue número uno de su promoción y un policía como había pocos, y bla,bla,bla... Eso por no hablar de caracteres tan superfluos como los de Juanjo Artero o Rodolfo Sancho, que si se hubieran quedado en su casa o en la sala de montaje habría dado lo mismo.
Otro hecho que le resta atractivo a la puesta en escena de este film es el deficiente uso que hace del sonido directo. Y es que los actores no vocalizan lo suficiente y demasiadas veces no se les entiende lo que dicen, salvo las lógicas excepciones de aquellos intérpretes del reparto acostumbrados a trabajar con su voz, como Helena Miquel -cantante del grupo Delafé y las Flores Azules- o los actores de doblaje Pedro Mari Sánchez y Eduard Farelo. Vaya, como si al final no hubiera paz en este largo ni para nuestros oídos.
Tampoco se puede decir que los personajes están muy bien dibujados en la historia, incluso el del propio Santos. Y es que Urbizu y su guionista Michel Gaztambide, en un exceso de celo por escamotearle al espectador información sobre el protagonista y darle así misterio, lo que consiguen en realidad es dificultar la identificación del público con él; ya bastante cuesta arriba desde los cinco minutos de metraje tras verle asesinar como un psicópata a tres personas a sangre fría y sin motivo aparente. Por mucho que luego descubramos que las víctimas no eran hermanitas de la caridad precisamente, o que antes de ser abandonado por la suerte y el desodorante, Santos fue número uno de su promoción y un policía como había pocos, y bla,bla,bla... Eso por no hablar de caracteres tan superfluos como los de Juanjo Artero o Rodolfo Sancho, que si se hubieran quedado en su casa o en la sala de montaje habría dado lo mismo.
Otro hecho que le resta atractivo a la puesta en escena de este film es el deficiente uso que hace del sonido directo. Y es que los actores no vocalizan lo suficiente y demasiadas veces no se les entiende lo que dicen, salvo las lógicas excepciones de aquellos intérpretes del reparto acostumbrados a trabajar con su voz, como Helena Miquel -cantante del grupo Delafé y las Flores Azules- o los actores de doblaje Pedro Mari Sánchez y Eduard Farelo. Vaya, como si al final no hubiera paz en este largo ni para nuestros oídos.