Tenía unas ganas enormes de ver esta película que marcó un antes y después en el mundo del cine. El primer film que utilizó el sonido, haciéndole un jaque mate al cine mudo que irremediablemente veía cercano su final.
Alan Crosland dirigió este film que en prácticamente su totalidad está rodado en el formato habitual de la época, pero que cuenta con un par de escenas donde se utiliza el sonido. Dos únicas escenas que revolucionaron el séptimo arte y que colocaron a "El cantor de Jazz" en los libros de historia.
Además de esas dos escenas, la película cuenta con otras escenas donde se canta, pero dichas escenas no están rodadas con sonido. La canciones están superpuestas a la imagen, y se nota ya que el movimiento de labios no coincide con el sonido y las canciones.
Debo decir que este film no resulta excesivamente brillante, y seguramente nunca habría sido tan importante como es, sino fuera por su innovación. Con esto no quiero decir que la historia no sea interesante, ya que uno se entretiene con este joven judío que no quiere seguir las tradiciones familiares, y que solo sueña con cantar jazz y con triunfar en Broadway. Unos sueños que su padre no comparte, y que su madre intentan comprenderlos.
Como decía, la historia es interesante, y uno se distrae con ella. Esa ambición del joven que lucha contra su pasado y por conseguir el futuro que tanto añora. Un futuro que no encaja bien en las ideas judías, pero que él no puede ni esconder ni retener, ya que su pasión es mas fuerte que cualquier tradición familiar, o cualquier religión.
En fin, para cualquier amante del cine es obligatorio ver este film al que hacen muchas referencias en numerosas películas. Un film que dio el primer paso para convertir el cine en lo que es hoy en día: la incorporación del sonido en la imagen. Una revolución que trajo muchos beneficios, pero también muchas pérdidas; ya que muchos actores dejaron de trabajar en el cine por el problema de su voz.