Como dijo aquel; si antes había que quitarle a la niña las bragas para verle el culo, ahora hay que abrirle a la niña el culo para verle las bragas. Con esto quiero decir que las cosas cambiaron y lo sexual se supone más natural y menos impactante que en tiempos pasados; pero no es así. Aunque parezca mentira el erotismo sigue siendo hoy arma contundente como reclamo en cualquier negociete que se precie. Este fue el mayor acierto, cara a la promoción, de Ken Park. Basta con meter el cartel de "sexo explícito" para que como lobos sedientos de carne nos interesemos por ella.
- ¿Y la peli de qué va?
- Ni lo sé ni me importa, yo quiero verla. - El folleteo sigue vendiendo una barbaridad.

Por esta razón da lo mismo que la trama de Ken Park no sea ninguna maravilla. No les hace falta más que un poster que muestre sin tapujos una siempre recomendable y agradable comida de bajos, para conseguir lo que pretendieron; que los enfermos como yo nos interesemos. Y al final de la peli te da la impresión de que saliste muy barato. Viste alguna tetilla y algún culete sí, pero a cambio te has tragado un ladrillazo de hora y media que no aporta absolutamente nada.

Si cambias el sexo por el deporte (por ejemplo) en este guión, ¿qué coño te han contado?...
El diseño de cada personaje es tan pobre que sólo se admitiría como secundario; como el extraño vecino de un auténtico protagonista que jamás aparecerá.

Dejemos de ver malas pelis guarras y vivamos nosotros las guarrerías; siempre lo recomiendo.