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6
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December 8, 2010
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Basada en hechos reales, describe la odisea de un grupo de presos en un gulag siberiano en una huida del sistema estalinista que les llevará más lejos de lo imaginable
Peter Weir (Master and Commander, El show de Truman, El club de los poetas muertos) dirige esta epopeya que comienza en un gulag siberiano.
El cine ha explotado considerablemente la barbarie nazi convirtiéndola prácticamente en un género. Aunque pueda parecer que no, el arranque en un gulag siberiano se siente novedoso. La brutalidad que se nos describe se puede sentir cercana, al igual que la paranoia estalinista donde todos eran espías y enemigos del pueblo.
Un grupo de presos acaba inmerso en una semi-improvisada fuga liderada por un prisionero polaco (Jim Sturgess) y un americano (Ed Harris). En este grupo de personajes de diversa índole se encuentra un peligroso criminal soviético (Colin Farrell).
Irónicamente, los personajes a excepción, quizá, de Colin Farrell, están bastante desdibujados. Ed Harris es sinónimo sin excepción de una interpretación cuanto menos decente, aunque se encuentre dando vida al algo manido individualista americano de vuelta de todo.
En sus mejores momentos, la película recuerda al buen cine de aventuras. Pero la mayor parte del tiempo, sobre todo con las expectativas creadas por un muy convincente arranque, la película carece de intensidad. Tampoco posee mucha profundidad; ni le hace falta, su mensaje es directo: es un largo camino a casa.
Y no es sólo sobrevivir a la brutalidad del hombre: también a la de la naturaleza. Hay paisajes realmente magníficos.
El tramo final de la película resulta decepcionante: o el productor echó manos a las tijeras (aún así es una película de algo más de dos horas) o el director se había desinflado, se sospecha lo primero.
En cualquier caso, una película que se deja ver. No pasará a la historia pero resulta alentador que se intente revivir de vez en cuando el cine de aventuras.
Peter Weir (Master and Commander, El show de Truman, El club de los poetas muertos) dirige esta epopeya que comienza en un gulag siberiano.
El cine ha explotado considerablemente la barbarie nazi convirtiéndola prácticamente en un género. Aunque pueda parecer que no, el arranque en un gulag siberiano se siente novedoso. La brutalidad que se nos describe se puede sentir cercana, al igual que la paranoia estalinista donde todos eran espías y enemigos del pueblo.
Un grupo de presos acaba inmerso en una semi-improvisada fuga liderada por un prisionero polaco (Jim Sturgess) y un americano (Ed Harris). En este grupo de personajes de diversa índole se encuentra un peligroso criminal soviético (Colin Farrell).
Irónicamente, los personajes a excepción, quizá, de Colin Farrell, están bastante desdibujados. Ed Harris es sinónimo sin excepción de una interpretación cuanto menos decente, aunque se encuentre dando vida al algo manido individualista americano de vuelta de todo.
En sus mejores momentos, la película recuerda al buen cine de aventuras. Pero la mayor parte del tiempo, sobre todo con las expectativas creadas por un muy convincente arranque, la película carece de intensidad. Tampoco posee mucha profundidad; ni le hace falta, su mensaje es directo: es un largo camino a casa.
Y no es sólo sobrevivir a la brutalidad del hombre: también a la de la naturaleza. Hay paisajes realmente magníficos.
El tramo final de la película resulta decepcionante: o el productor echó manos a las tijeras (aún así es una película de algo más de dos horas) o el director se había desinflado, se sospecha lo primero.
En cualquier caso, una película que se deja ver. No pasará a la historia pero resulta alentador que se intente revivir de vez en cuando el cine de aventuras.