Paul Verhoeven nunca ha hecho tanto un hombre por el cine, con tan poco material...

A saber: la fabulosa Los Señores del Acero, Robocop, Desafío Total e Instinto Básico.

Robocop cuenta la historia de un pobre policía, cuya única misión es enfrentar el mal que corrompe la urbe con toda la dedicación y amor que siente por su profesión y por el bien. Un hombre de familia que sirve de carne de cañón contra la escoria que puebla Detroit.

La película es brillante en su realización: las escenas de acción están perfectamente desempeñadas, los FX y maquillajes son obra del mago de la caracterización: Rob Bottin, (La Cosa, Legend, Las Horas...) donde inlcuso el reciente remake palidece con una ausencia total de personalidad en la dirección artística. Verhoeven consiguió aunar todo.

Sin embargo, el visionado de la película te deja un regustillo amargo: las escenas ultraviolentas, con la demostración fallida del robot que acribilla a un pobre diablo en la sala de juntas, o la escena de la fábrica abandonada donde Murphy es cosido a balazos y postergado para el proyecto Robocop, el intento de violación por parte de dos degenerados, la escena del alcalde, el vertido de ácido sobre uno de los villanos y cientos de escenas cuyo realismo y brutalidad dejan helado al espectador.

Todo está muy bien dirigido, y la violencia expuesta, soberbiamente justificada. Pero aun así, es una película que no es agradable de ver por lo ya expuesto: maldad fría y actos ultrajantes.

Para la historia quedan dos grandes villanos: Dick Jones, (el vicepresidente de la OCP y villano astuto sin escrúpulos) Clarence Boddicker, la encarnación del mal en su grado más mortífero y mal sano. Su personaje está tan bien ejecutado que pocos actores en ese mismo papel podrían haber logrado esa sensación de mal estar que produce semejante personaje. Poco después Kurtwood Smith (Boddicker) haría de padre ultra-severo en otro clásico "El Club de los Poetas Muertos", encarnando un papel menos descarnado peor igual de frío y deshumanizado.