¿Qué pretende alguien que idea una película como “Vulcania”? Lo desconozco, pero pretenda lo que pretenda, no lo ha conseguido (a no ser que pretenda aburrir). Seguro que “vulcania” funcionase mejor en la mente de sus creadores que en el celuloide, porque la película es lenta, no tiene una historia definida, camina entre decenas de premisas nunca explotadas e incluso consigue el milagro de hacer que un grandioso actor como José Sacristán esté mal. De acuerdo, entendemos todo eso de trasladar la sociedad actual a una distópica revolución industrial para explicar lo de siempre con un escenario diferente. ¿Pero era necesario? Porque todo ese diseño de producción de la película puede que parezca atractivo (y a veces lo es), pero distrae más que otra cosa. Es más, pretender que “Vulcania” sea una película interesante desde el punto de vista comercial es un auténtico suicidio. “Vulcania” es una irregular intento de hacer algo grande que se queda en algo pequeño porque intenta elevar a la categoría de gran saga algo que apenas es una anécdota y eso se nota (nunca sucede nada realmente interesante y tiene lagunas de guion increíblemente torpes).