Existe un primer fallo a la hora de analizar el guión de esta película. El protagonista no busca absolutamente nada, no tiene conflictos internos, y lo único que le preocupa es que no sabe cómo hacer para poder vivir de sus padres hasta que pueda vivir de sus hijos.
Por otro lado, el personaje de Javier Veiga sigue su misma estela, pero esta vez no le preocupa absolutamente nada y es un vividor que vive de sus padres.
El resto de personajes son más ricos (Los de Verónica Sánchez y María Vázquez), y los mejores son los de Víctor Clavijo y Camila Bossa, los más "interesantes" y los que parece que tienen algo.
Con todo ello Carlos Portela intenta sostener un guión que es insostenible. Los diálogos tienen su desparpajo, pero no pasan de eso, lo cual no es malo. Logra una cierta estructura con escenas irregulares, a veces simpáticas, otras veces intrascendentes, y otras veces divertidas, pero inútiles. El montaje logra darles a todos ellas cierta gracia y agilidad. Lo que consigue que no sea aburrida.
Lo interesante hubiese sido que a los personajes les hubiese pasado algo que les forzara a cambiar o les provocara algo.
Por ejemplo, Los padres de Morgan mueren y Morgan tiene que empezar a mantenerse por sí mismo o Fran deja embarazada a Ana y no le queda otra que madurar y asentar la cabeza. Es una comedia, pero ponerle un tono dramático en momentos puntuales la hubiese enriquecido.
Los actores demuestran oficio intentando aguantar a esos personajes y dándoles carisma e incluso simpatía.
No tiene una factura técnica sorprendente, pero se acepta.
Jorge Coira, afortunadamente, ha aprendido con esta película y con "18 comidas" parece que ha ido mejorando.
Esta película en concreto no es buena, pero se puede aceptar.
Veremos como continúa la carrera de este señor.