Una película con una ejecución formalmente interesante, como esas largas secuencias donde el interior de la acción se desarrolla en una libertad inaudita, talmente como si los personajes actuaran a su antojo. Rompe con ello, sin ser enfático, algunas barreras del cine más convencional. Secuencias corales con vida propia, perfectamente diseñadas, o intrigas espaciales de inspiración hitchkokiana, estupendamente trabajadas, sorprendentes en su desarrollo, y loables en su concepción cinematográfica. La cámara habla, y eso es el cine.

Dicho esto, toca destacar también las carencias. Toda la película está impregnada de un buenismo, de unos personajes tan blancos, que la película se relega a sí misma a una categoría menor. Sin rincones oscuros, sin conflictos internos, poco recorrido emocional nos queda, solo lo básico, que tampoco es poco, ya que la historia es buena, así como los actores, y solo con eso, ya da para un entretenimiento más que aceptable. Pero hay muy poca recompensa para el espectador hambriento. Ni siquiera se plantea verdaderamente un conflicto político, por mucho que esté de trasfondo. Todo, en realidad, acaba cayendo por su propio peso, no hay mayor empuje que ese, pura fuerza de la gravedad, y eso es un desastre para el drama, no se suben montañas, no se cae por barrancos, no se hace funambulismo sobre el vacío, o muy poco. Es un plato sabrosillo en algunos aspectos, River Phoenix, por supuesto, es lo más apetitoso, junto con Martha Plimpton, aunque lo suyo tampoco da para mucho. Despierta expectativas que se van tiñendo de un blanco "Colón", para arrancarte una sonrisa, y poco más. Qué pena que ese joven actor, prácticamente perfecto (eso mismo le suelta la Plimpton en un momento de la peli) se quedara por el camino por culpa de una sobredosis de pastillas. ¡Cuánto talento y carisma se han llevado las dichosas drogas!

Le falta mucha mala leche a esta película, sin que ello evite que se pueda disfrutar, y que incluso se pueda levantar las cejas de vez en cuando frente a la concepción cinematográfica del espacio y del ritmo que, puntualmente, Lumet exhibe, con auténtica sabiduría cinematográfica. Una obra menor, de un gran cineasta.