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Spain Spain · Pontevedra
Tarkoskiwi rating:
5
Let's Get Lost
1988 United States
Documentary, Self: Chet Baker
7.8
1,664
Documentary Documentary on the life of jazz trumpeter and drug addict Chet Baker, directed by famous photographer Bruce Weber. This documentary about jazz trumpeter-singer Chet Baker intercuts footage from the 1950s, when he was part of West Coast Cool, and from his last years. We see the young Baker, he of the beautiful face, in California and in Italy, where he appeared in at least one movie and at least one jail cell (for drug possession). And, ... [+]
Language of the review:
  • es
May 3, 2013
6 of 9 users found this review helpful
Casi un documental, casi arriesgado, casi un retrato de Chet Baker.

Casi un documental porque las incursiones actuadas y a menudo sobreactuadas de Chet, sus familiares, amigos, exparejas y los extras del reparto, sumadas al artificioso montaje y el diseño de producción de esta cinta, no te permiten captar, y esto quizás sea de forma deliberada, un enfoque real del tema.

Casi arriesgado porque, siendo del 88, intenta romper los clichés de los documentales biográficos de la época, en los que el personaje principal siempre era ensalzado y vanagloriado. Además de aportar un montaje complejo y no cronológico y una fotografía con personalidad jazzística.

Casi un retrato de Chet Baker porque su nombre aparece en la portada de la caja y él es el epicentro y el protagonista de toda la acción.

Casi. Porque el intento de convertir el apartado artístico de esta película en una representación visual del Jazz, tanto con el blanco y negro quemado, como con los planos torcidos y el montaje saltarín, se queda en eso, un intento. A esta película le falta swing, ritmo. Empieza desconcertando y acaba aburriendo, Weber no sabe mantener la atención del espectador en una película que empieza a acabarse a la hora de metraje y cuyo final se alarga durante toda la segunda mitad.

Pero hablemos de Chet. Porque este documental va de Chet, ¿no es así? Pues no. Cuando la película empieza a encaminarse, se revela que el tono triste, en un principio acorde con el sentimiento de las canciones del jazzista, estaba ahí por algo más. Comienzan a esparcir carnaza. Prensa amarilla. La decepción de la madre, las diferencias entre sus exparejas, sus problemas de drogadicción, la incapacidad del trompetista para ser un buen padre. De todo. Toda la casquería imaginable e inimaginable. Con la única pretensión de agrandar el mito y enfocarlo de una forma cercana, Weber entierra a Baker y su música en un submundo de cotilleos y sentimentalismo fácil.

Lo mejor de esta cinta es la poca música de Baker que contiene, que no nos cansamos de escuchar y que sentimos como un alivio frente a tanta banalidad. Cuando Chet deja de actuar para las cámaras y suelta perlas como cuando le preguntan por su drogadicción y él mismo dice: “Esto es muy pesado y absolutamente innecesario” (cosa que yo también estaba pensando), cuando hace una crítica del público en la actuación del festival hacia el final del metraje, o cuando él mismo descubre a los espectadores que todo lo que acabamos de ver es ficcional.

No puedo dejar de pensar que Weber aprovechó la noticia de su muerte para lanzar esta película y que es por eso por lo que parece que está hecha a prisa.
Tarkoskiwi
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